Dirección espiritual y Coaching tienen puntos en paralelo muy interesantes de los que hace tiempo llevo queriendo hablar. Igual te preguntas, cómo se me ha ocurrido tratar este tema. El motivo es que más de uno me ha preguntado si esto del Coaching cristiano-católico es una especie de dirección espiritual laica. Y aprovecho para dejar claro que nada más lejos de la realidad.

Tener un buen director espiritual debiera ser algo básico para todo católico. O para para cualquier persona de fé que quisiera mejorar en su vida, en el amor a Dios, a sí mismo y a los demás.

En realidad la vida cristiana es muy sencilla. Ya lo dijo Jesús: se trata de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Es decir, tener 3 amores:

  1. Amar a DIOS.
  2. AmarSE (amarse a uno mismo).
  3. AmarLES (amar a todos los demás).

Dicho esto, lo difícil, que no complicado, es hacerlo. Hay que ponerse en acción y actuar. Y, ¿cómo puede un católico mejorar en estos 3 amores?

Una vía es mediante la oportuna dirección espiritual. En la dirección, el alma que quiere progresar en el amor a Dios y por ende a uno mismo y a los demás, se abre a su director. El director dirige y el dirigido obedece.

Desde mi experiencia personal como católico, como persona que tiene un “director espiritual”, voy a ofrecer en este artículo unos cuantos puntos por los que creo que la dirección espiritual puede ser muy potente y de gran ayuda.

2 Elementos que vinculan Dirección Espiritual y Coaching

#1 – Saber escuchar

Si se trata de obedecer, resulta que esta palabra proviene del latín y significa “saber escuchar”. La clave aquí es, por lo tanto, eso: saber escuchar. Es decir, no sólo oír, sino captar, entender, analizar y pensar lo que se nos dice. Para, después, pasar a la acción concreta.

¿Estamos, por tanto ante uno que habla y el otro que escucha? La respuesta, un tanto a la gallega, sería y no.

Lo bueno de saber escuchar es que implica una relación de dos: ambos, director y dirigido, deben saber escuchar. Pero la escucha es un tanto diferente. Porque se trata de una escucha en un doble sentido: del director que escucha al dirigido y del dirigido que escucha al director.

#2 – Escucha activa en ambos casos

La escucha de quien dirige implica poner todo el foco y atención en la persona dirigida. En ese momento no hay nada ni nadie más importante en el mundo que la totalidad de la persona a quien se dirige. Así, el alma dirigida se abre, expone su situación, inquietudes, problemas, necesidades, anhelos y deseos.

Mediante la escucha activa, el director, quien dirige es capaz de captar y entender las necesidades del alma dirigida. Para ofrecer, en su debido momento, el oportuno consejo, la palabra adecuada o, mejor aún, plantear la pregunta capaz de movilizar en quien es dirigido la reflexión necesaria y la interiorización de la acción concreta a la que la persona es llamada.

Por su parte, la persona dirigida escucha activamente a quien le dirige. Escucha a su “padre espiritual” y a través de esa escucha paterno-filial se produce una apertura al crecimiento de la vida interior. Y, por lo tanto, una apertura a la vida. Una nueva vida que se engendra en quien es dirigido y también, en muchas ocasiones, en quien dirige.

A propósito de esto, recuerdo las palabras que me dirigió el director espiritual de una persona fallecida: “cuanto bien me ha hecho hablar con él”. Aquí, quien “obedece” lo hace porque ha escuchado y hecho suyo aquello que el director le ha sugerido. Y, a su vez, puesta en acción la sugerencia del director, la transformación de la vida del dirigido influye positivamente en quien dirige.

Qué aporta el Coaching a la Dirección Espiritual

Como ya sabrá quien siga este blog, la esencia del Coaching no es la del consejo, sino, más bien, la del acompañamiento.

En la vida espiritual, como en el resto de facetas de la vida del ser humano, no podemos olvidar que somos “seres en relación”. Este “ser relacional” implica comunión, participa en lo común. Pues bien, participar en lo común, significa aquí que tanto quien dirige como quien es dirigido desean crecer en su vida espiritual. Pero, quien dirige ha de ser capaz de sugerir caminos, plantear alternativas, proponer, en su caso, iniciativas y metas u objetivos deseables.

Y es aquí en dónde la metodología del coaching puede aportar valor. Ya que, mediante el “método socrático”, mediante el planteamiento de preguntas clave, puede hacer que quien es dirigido, mediante la oración, la reflexión y la confrontación de su vida con la de Cristo, obtenga claridad. Hasta ser más consciente de lo que realmente desea y pueda progresar en su vida espiritual con mayor rapidez.

¿Por qué más rápido? Porque, básicamente, obtiene de su propio interior las respuestas a las preguntas que se le plantean. Que, ciertamente, puede obtener también de quien le dirige pero con una diferencia enorme: no tiene la misma fuerza la recepción de un consejo que el “eureka”, “lo encontré”, de Pitágoras. Cuando uno encuentra algo preciado el valor emocional y el impacto en la persona es mayor que cuando se lo regalan.

Pasar del consejo a la pregunta

Por eso, propongo a confesores y directores de almas que pasen del consejo o del mandato (poco aconsejable) a la pregunta. Para que sea la propia persona dirigida la que encuentre, con el apoyo de su director espiritual, las respuestas. Se trata de pasar del modo IMPERATIVO ACONSEJADOR a la PREGUNTA CUESTIONADORA.

Pongamos un ejemplo: ¿cómo percibirías tú que me lees si lo que se te propone se hace en modo imperativo o en modo pregunta?

¿Es lo mismo?: ¡Ama! … que si te pregunto, ¿amas?

¿Te parece igual?: ¡Tienes que orar! … a, ¿qué te parece si oras?

¿Prefieres este mandato?: ¡Tienes que sacar tiempo para Dios! … o esta pregunta, ¿a qué horas te vas a encontrar con Él?

Te recuerdo que Cristo sólo ofrece consejo después de preguntar. “Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos.»”(Jn 21,15). La pregunta, en todas sus variantes, es el modo habitual de Jesús de comunicar Su doctrina.

¿Por qué?

Porque como el mejor pedagogo y Coach de la historia sabe que la pregunta cuestiona y hace pensar a su interlocutor. Y, al mismo tiempo, cuando éste se bloquea, acude en su ayuda. Por eso  el evangelista Marcos señala que: “Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. (Mc 4,26-34)

La conversación para una dirección en “modo coach”

A estas alturas seguro que te estás preguntando Juan Mari, ¿de qué forma armar una conversación de “coaching espiritual”?

Como imaginas, sería largo y complejo detallar cada paso del proceso. Pero, al menos, vamos a intentar esbozar sus fases. Se trata de que quien es dirigido consiga aclarar lo que quiere obtener, lo que se lleva y su próximo objetivo.

Veamos algunos detalles de las fases, al menos, por encima.

En primer lugar, la persona dirigida debe sentirse acogida por el director espiritual. De forma cordial, con una aceptación incondicional y sin prejuicios o juicios de valor.

Importante a lo largo de todo el proceso es mirarse a los ojos con delicadeza, hablando con suavidad, sin agresividad, acogiendo como lo haría Cristo. Sin prisas y sin interrupciones. Porque el alma que se abre tiene derecho a hablar tranquilamente. 

El director-coach ayudará a quien dirige a tomar consciencia y a no bloquearse. Tiene que estar atento. Le ayuda a verbalizar, le propone términos. Y, una vez el dirigido ha sido escuchado, pasamos al ¿qué crees que puedes hacer? ¿Qué crees que puedes mejorar?

Por supuesto, todo proceso de dirección espiritual implicará un compromiso para la toma de acción en un plazo concreto de tiempo que será consensuado por director y acompañado. Recuerda que deben ser cosas concretas. Los famosos objetivos SMART de los que hemos hablado en otras publicaciones: específicos, medibles, alcanzables, relevantes y temporales.

Aclaro que no es un objetivo “dejar de ver la tele” o “voy a aprovechar el tiempo” o “voy a rezar más”. Pero sí, “me levantaré a las 06:30 h de lunes a viernes y la primera media hora la voy a dedicar a ponerme en presencia de Dios y rezar la oración de la mañana de la Liturgia de las Horas”. Aquí habilidad libre pero los objetivos tienen que cumplir estos criterios.

Como conclusión del post de hoy: el director espiritual es fundamental que aprenda a pasar del “modo imperativo” al “modo pregunta”. Esta es la esencia. Es el método sugerente que Jesús, los santos, junto con el ejemplo de su vida, pusieron en práctica siempre y en todo lugar.

Si eres director espiritual, desde aquí te animo a poner en práctica lo que brevemente he comentado acerca de cómo se relacionan Dirección Espiritual y Coaching. Por supuesto, si tienes dudas o deseas mejorar tu forma de comunicar con las personas a las que diriges, no dudes en contactar conmigo. Me encantará ayudarte en la fabulosa labor que realizas.