Acompañar en Semana Santa y crecer como personas se puede, y debe hacer cuando se toma un merecido descanso. La cuestión, como todo en esta vida, está en el cómo. En las preguntas que nos hagamos: ¿de dónde vengo?, ¿para qué estoy aquí?, ¿qué hago yo por los demás?, ¿qué hago yo por Dios?

Seas o no creyente, la Semana Santa se llama “Santa” porque nos recuerda que Cristo, Jesús de Nazaret, nació, creció, obedeció, dijo siempre la verdad, comió, rió, sufrió, murió y resucitó. Así que la Semana Santa o es cristiana o se queda en solo una semana más, con actos culturales, monte, playa o chiringuito.

En estos días, es obligación de todo cristiano, tenga la profesión que tenga, lanzar un mensaje de esperanza y evangelización. Y esto es lo que me gustaría conseguir con esta publicación. Al menos, que te entre un ligero cosquilleo cerebral. O, mejor: de Corazón. Y para est.o no me centro en un muerto sino en un resucitado. Que se hace presente cada día en la Misa de una catedral o de la más modesta ermita de un minúsculo pueblo.

No me centro en un muerto porque resucitó

Que Cristo resucitó no lo digo yo. Lo dicen todos los Evangelios. Y lo deja por escrito un tal Juan, su discípulo amado. Quien en su Evangelio afirma cuando Jesús muere en la Cruz: “El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis”. Bien empezamos, que dirá alguno: para comenzar Juan da testimonio de que Jesús murió.

Pero es que Dios lo pone aún más difícil.

Cuando las mujeres, cuya palabra no valía nada en la Judea de entonces, acuden al sepulcro, dan testimonio de que el cuerpo de Jesús no está en la tumba y salen pitando para contárselo a los Apóstoles. Estos, supongo que estarían reunidos, como cuando vino el Espíritu Santo, con las contraventanas bien cerradas y con alguna velita para iluminarse.

Venciendo el miedo, salen corriendo Juan y Pedro para el sepulcro. Como Juan era más joven y estaba en mejor forma que el pobre Pedro, “llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró”. Curioso detalle. “En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro (con la lengua fuera, esto no lo dicen los Evangelios, lo digo yo). Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó”. Aquí se dan más detalles. La historicidad se basa, entre otras, en estas pequeñas cosas o recuerdos de testigos. Así que si creemos que murió ¿no vamos a dar crédito cuando se nos dice que resucitó tres días más tarde?

Algunos datos para “incrédulos”

Pero como Jesús nos conoce y ya sabía que en estos tiempos de incredulidad, y empoderamiento femenino venía lo que venía, no tuvo mejor idea que aparecerse, entre otros, a María Magdalena, a más mujeres y a Su Madre, por supuesto. ¡Casi nada! Después habrá quien diga que la Iglesia fundada por Él no tiene en cuenta a la mujer. Sinceramente, creo que Jesús, que era y es el más listo y avispado de todos los seres humanos, que para eso es hombre y Dios, a lo mejor pensaba en nuestra sociedad y en este Occidente tan posmoderno y dijo: ¡hala! viva la mujer galilea, la palestina, la griega y la Madre que me parió. Y aquí estamos.

Y para los racionalistas irredentos: también lo dice la Sábana Santa de Turín, el Santo Sudario de Oviedo, la túnica de Argenteuil en Francia, y los milagros eucarísticos. Entre ellos, el de Lanciano (Italia) en el siglo VIII (750 d.C.); Buenos Aires (1996), siglo XX; Tixtla (México 2006) siglo XXI y Sokółka (2008); Polonia, siglo XXI. Todos ellos, documentados y estudiados científicamente, desde el siglo octavo hasta el veintiuno, y en países diferentes.

Pues bien, analizando solo, porque hay más, estas túnicas, lienzos y milagros eucarísticos y tejidos cardiacos de estos milagros, los científicos concluyen que en todos los casos el grupo sanguíneo es el AB. Esto es a lo que se refiere, resumiendo mucho, el cardiólogo italiano Franco Serafini cuando dice que “estamos ante un milagro dentro de otro milagro, y es que la autenticidad de los tejidos se demuestra con una probabilidad del 99,99996875%”. Recordemos que estamos ante elementos y hechos separados en el tiempo y el espacio.

Vamos que sí, que resucitó y que es Dios de vivos y no de muertos.

Pero tengo para mí que el mayor milagro es que después de dos mil años siga habiendo mártires que dan su vida y la entregan por amor. Recordemos que el siglo XX (el XXI parece que va por el mismo camino) es el siglo con el mayor número de mártires cristianos que han testimoniado, y lo siguen haciendo, su Fe en Cristo. Pero, en Cristo RESUCITADO.

Lo mejor es que tú también puedes resucitar.

Al afirmar que tú también puedes resucitar, no me refiero a cuando mueras. Más bien, me refiero a resucitar en vida. ¡Hoy mismo!

6 Pasos para crecer como personas en Semana Santa

1 – Déjate mirar

Ahora te vas de vacaciones a la playa o al monte y, ya que estamos, igual hasta ves alguna procesión. Levanta la cabeza, mira al Cielo, mira a las imágenes que van desfilando ante ti y, no sé, igual hasta sientes algo, resucitas y comienzas a crecer. Déjate mirar por Cristo y por Su Madre y … déjate llevar.

No te digo nada si tras sentir ese “algo” (o no sentir nada) pasas por un sistema de acompañamiento y lavado de lo más eficaz. Entra en una Iglesia y pregunta a quien salga a ver si está el cura.

Te cuento una anécdota personal. Estaba por un tema de trabajo en Lituania, en Vilnius, necesitaba desahogarme y confesarme y veo, a primera hora de la mañana, una iglesia en restauración con una puerta de madera que parecía cerrada a cal y canto. “Bueno, me dije, en esta Iglesia no voy a poder”. Al segundo, sale un feligrés y veo que sí, que se puede entrar. Me senté en un banco y a los dos minutos sale otra persona, resultando que, el que salió, era el cura. Le dije (lo puedes hacer tú también), ¿disculpe padre, me podría confesar? Se lo dije en Ingles y me respondió en perfecto castellano: ¿eres español, verdad? ¡No me lo podía creer! Charlamos un buen rato, evacué toda la porquería que llevaba encima, me dio la absolución y salí feliz como una perdiz.

2 – Busca

 Y es que eso de que el que busca encuentra es 100% verdad. Ya lo dijo el propio Cristo y es lo que se llama axioma, una verdad como un templo que no necesita demostración porque se cumple de todas, todas. Si tú buscas a Dios, no te preocupes, Él se va a hacer el encontradizo contigo sí o sí.

3 – Sé humilde y reza

Hay un método, previo o posterior, eficacísimo para crecer como persona: rezar. Rezas el Padre Nuestro y tres Avemarías y, si tienes valor, prueba a rezar el Rosario a la Madre, a la “amatxo” en vasco, que decía mi difunto hermano Javi. Estuvo cerca de 25 años apartado de la Iglesia y pensando que los Católicos estábamos como regaderas, que me lo dijo él mismo. Pero, lo del rosario a la amatxo, el tío lo cumplía. Al principio, de vez en cuando. Luego, ya a diario. En quince o veinte minutos, listo. Tú prueba y verás. Mi hermano murió el 1 de marzo de 2023 como un Santo, con una sonrisa en los labios. Sé lo que vi y lo que digo. Era mi hermano menor y fui testigo de su muerte.

4 – Reordena tu vida, abre tu corazón a Cristo de par en par y no tengas miedo

Mira, si quieres crecer como persona déjate de gaitas. Reordena tu vida, ábrete al Amor de Cristo, fórmate, porque vas a ser mucho más feliz. Y la muerte la verás como un paso más, que forma parte de la vida. Un polaco santo e inteligente, San Juan Pablo II, ya nos lo dijo: “No tengáis miedo; abrid de par en par las puertas a Cristo”.

5 – Lee vidas de santos

Además de lo que te he expuesto, lee. Pero lee como mi paisano San Ignacio de Loyola, el militar, galán y… santo. Como en su casa, recuperándose de la herida que sufrió en Pamplona, no había libros de caballería le dieron vidas de santos. Claro que en el siglo XVI no había televisores ni plataformas hechas para, las más de las veces, perder el tiempo, la Gracia o ambas cosas. ¡Buena sería la matriarca de los Loyola! Así que le dijo más o menos lo siguiente, “Iñiguito, mi niño, o te lees vidas de santos o tú mismo porque no hay otra cosa”. Y, claro, el tipo, Íñigo, lo de Ignacio vino más tarde, se las leyó hasta que, leyendo, leyendo, se cayó de la burra. A lo San Pablo camino de Damasco.

6 – Tú, espera y no desesperes

¡Ah!, que a ti eso no te va a pasar. Vaya, que eres más orgulloso que Íñigo de Loyola y Saulo de Tarso juntos. Prueba, prueba. Insisto, vas a ser más feliz, aunque ahora no te lo creas. Luego ya haremos un buen acompañamiento si quieres. Pero, comienza leyendo algo. Te recomiendo Caminando por valles oscuros: memorias de un jesuita en el Gulag” (Walter J. Ciszek), también “El camino de la esperanza”de François Xabier Nguyen Van Thuan. Ambos, las pasaron canutas pero, con esperanza. Y, vaya si crecieron. Estos, son sólo dos ejemplos.

Por cierto, para finalizar, no soy ni cura ni teólogo. Soy esposo, padre de familia y abuelo. Coach, economista, también racionalista. Sí, me gusta pensar. Y, claro, por coherencia, soy católico.

Te deseo una muy feliz y Santa semana. No la desperdicies. Y ya sabes que aquí me tienes para consultarme lo que desees o para poner en marcha ese proceso de crecimiento personal que (tal vez) hayas postergado ya demasiado tiempo. Recuerda, nunca es tarde.