En mi faceta de coach acompañante tenía ganas de tratar un tema del que, mucho se habla pero, no siempre se vive como se debería: la Responsabilidad Social Corporativa.

Recuerdo los años sesenta-setenta del pasado siglo XX y aquel Mayo del 68 con una revolución que buscaba la libertad del ser humano. En ella, se hablaba del amor, como si nunca se hubiera conocido hasta aquel momento. Aunque terminó quedando en una supuesta “liberación” sexual, en un aquí te pillo y aquí te mato. Porque es que había que darle al cuerpo lo que le apetecía y, en base a eso, se llevaba al cine todo el erotismo posible.

Era la época del auge del marxismo y del socialismo utópicos. De Sartre, del existencialismo y de Daniel Cohn-Bendit, líder de aquel Mayo francés. Posteriormente, reconvertido en político, ex parlamentario europeo. Por supuesto, uno más que se unió a la tan denostada “casta política” en la que, por lo visto, se vive bastante bien del erario público (de tus impuestos y de los míos).

Y este preámbulo, ¿para qué?

Pues por una sencilla razón. De aquel mayo del 68 quedaron la utopía de la supuesta fraternidad humana. Una liberación sexual, que terminaba en una esclavitud respecto del sexo. Y unas utopías políticas que causaron innumerables muertos, asesinados por los regímenes totalitarios de la URSS, China o Camboya, por citar sólo unos pocos.

Y, ¿qué tiene esto que ver con la Responsabilidad Social Corporativa, te estarás ya preguntando?

La respuesta es “aparentemente” nada.

Sin embargo, la realidad es que tiene, o puede tener, mucho que ver. A continuación, te lo explico

En qué consiste la Responsabilidad Social Corporativa

La Responsabilidad Social Corporativa o se vive realmente o se convierte en un mito publicitario que nos vende como ejemplar algo que no es sino pura fachada. Y, la verdad, conviene llamar a las cosas por su nombre.

Recomiendo fervientemente a cualquier directivo, sobre todo si se encuentra al frente de equipos de personas, no digamos ya a un CEO o a un director de “recursos humanos” (RRHH), que se lea los siguientes libros: Rebelión en la Granja y 1984 de George Orwell y, por supuesto, Los monstruos de la razón, de Rino Camilleri. Son libros que hacen pensar.

Veamos qué es lo que yo entiendo por Responsabilidad Social Corporativa para ver si estamos ante una realidad o un mito utópico.

En primer lugar, pensemos en los principios inspiradores de la Doctrina Social de la Iglesia. Que, no lo olvidemos, es la precursora de los derechos humanos. Ya en el siglo XIX, y más recientemente, sobre todo a partir del Papa León XIII y su encíclica Rerum Novarum, dadas las condiciones de muchos trabajadores en los albores de la revolución industrial y de un capitalismo feroz, tenemos que hablar de dignidad de las personas, de bien común, de solidaridad y subsidiariedad. Y, por supuesto, del cuidado, como señala el Papa Francisco, de la casa común, es decir: la Tierra.

Por supuesto, habrá que hablar de ética, de valores, de virtudes y de poner a la persona en el centro y no al final de la cadena de valor.

Y, antes de seguir, aclaremos algún concepto. Por ejemplo, que solidaridad y subsidiariedad, no son lo mismo. Pero, son principios complementarios.

La solidaridad enfatiza la interdependencia y el apoyo mutuo entre los diferentes niveles de la sociedad. Mientras que la subsidiariedad se centra en la autonomía de las personas y en el fomento de su responsabilidad. La subsidiariedad implica apoyo, socorro a alguien, algo supletorio o adicional que la persona, el trabajador, no puede obtener tan sólo con dinero, es decir, salario.

En el ámbito empresarial la suma de estos conceptos nos lleva a una remuneración justa. A que las decisiones puedan ser adoptadas de forma más horizontal. Que se apoye y promocione a la persona que lo merece. A que se tengan en cuenta las necesidades familiares. Y que el horario laboral y las necesidades personales y familiares, sean tenidas en cuenta. En esto consiste la conciliación.

Por supuesto, la Responsabilidad Social Corporativa implica tener en cuenta a los accionistas y propietarios de la empresa. Así como la adecuada remuneración hacia quienes han puesto su dinero en riesgo y que, con dicho capital, generan empleo y riqueza. También, implica el cuidado del “capital humano”. Es decir, de aquellos que con su esfuerzo sacan la empresa adelante día a día. Al mismo tiempo, supone el cuidado de los clientes, de la sociedad y del medio ambiente en donde se encuentra ubicada la empresa.

Una cuestión de principios

En numerosas ocasiones creo que justamente los principios enumerados quedan muy bien en un cuadro expuesto a la vista de todos los trabajadores. Pero, después, a la hora de llevarlos a la práctica, no parecen estar tan claros. Pongamos casos de ejemplos concretos REALES (no voy a dar los nombres de las empresas, obviamente).

Salarios

La remuneración de un CEO asciende, tras una extraordinaria gestión personal (y de equipo) a más de veinte millones de euros. Sin embargo, el salario medio de los ingenieros de la misma empresa no pasa de los treinta mil. ¿Es esto normal?

Hace años, impartí una conferencia en Alicante como telonero del gran maestro D. Leopoldo Abadía. Respecto al tema de las remuneraciones y salarios Leopoldo, en una reciente entrevista en la revista La Antorcha de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), afirmaba : “Hay una cosa que me preocupa al respecto y no sé cómo resolverla. En una empresa, los que mandan tienen que estar muy bien pagados. Pero, me preocupa ver la diferencia abismal entre lo que cobra el número uno y lo que cobra el número doce o el cien. Cuando se dice que el presidente de la compañía gana doscientas veces lo que un trabajador, no me acaba de convencer. Y habría que aclararlo. Porque, ya sé que lo que hace el número uno es fundamentalísimo. Pero me parece que por ahí el tema de la responsabilidad empresarial se escapa”. Lo de las doscientas veces me temo que se le ha quedado corto.

Precios

¿Es ético que una empresa reduzca el contenido de su paquete de fiambre porque los costes han subido y cobre lo mismo que antes sin advertírselo al consumidor? Eso sí, todo el paquete muy verde.

¿Qué opinas?

Deslocalización empresarial

Por un puro cálculo de diferencias salariales entre un país y otro.

Ejemplo: una empresa monta una fábrica en un país con costes laborales inferiores al del país de origen con el único propósito de poder competir en costes con China. Pero llegan los asiáticos y se llevan el concurso. Situación actual: planta montada vacía. Inversión tirada a la basura. Pregunta: ¿era ético montar una planta en un país sabiendo que el margen de beneficio es únicamente el diferencial salarial?

Condiciones laborales

Si te parece, propongo ver este punto a partir de una noticia del 11/06/2024: “La Policía Nacional ha detenido a un matrimonio, propietario de un caserío de Zerain (Gipuzkoa) donde se elabora queso Idiazabal, por explotar a sus trabajadores, a quienes mantenían en situación irregular y sin contrato. Los empleados cobraban 300 o 400 euros al mes por jornadas laborales de siete días semanales. Tras declarar ante el juez, el matrimonio ha quedado en libertad”.

Encuestas de satisfacción

En las que como pongas un ocho, en lugar de un nueve o un diez, haces polvo a la empresa o a la persona que te pide que la evalúes. ¿Es justo y razonable?

Llamadas telefónicas

Sin duda, otro gran punto a tener en cuenta. Estas llamadas comerciales, en la mayoría de casos, suelen estar realizadas por personas que trabajan bajo condiciones laborales lamentables, a cualquier hora del día o noche para ofrecerte servicios que no quieres y que no necesitas.

La verdad, podría poner muchos más ejemplos. Aunque creo que estos son muy gráficos y suficientes para hacernos la gran pregunta: ¿hacia dónde vamos?

Conciencia y moral. ¿Son posibles en la empresa?

Hace unos años, un conocido mío, responsable de Recursos Humanos de una importante empresa, tuvo que planificar, dirigir y afrontar numerosos despidos en la misma. Hablamos de más de doscientos. Recuerdo cómo, mientras cenábamos, me habló de sus problemas morales, de sus preguntas, de sus consultas, de su conciencia. Era y es un hombre íntegro.

Hablamos de un directivo preocupado por los empleados. Que, al margen de su labor directiva y de ser uno de los superiores, estaba despidiendo a compañeros con nombre y apellidos. Con familias y situaciones personales de lo más diversas, tratando en todo momento de minimizar sus efectos para cada caso. No estoy diciendo que no fuera necesario afrontar los despidos. De hecho, era imprescindible si querían salvar la empresa. La cuestión es que esto se haga sin pensar. O, peor aún, que se haga desde un despacho, de forma impersonal y considerando que la persona es igual de importante que una máquina. Y este hombre pensaba y sufría.

A todo lo anterior es a lo que me refiero entre otras cosas con la Responsabilidad Social Corporativa. Por supuesto que esta se puede ejercer bien. Pero, la realidad  (lo digo desde la perspectiva que dan la experiencia y los años) es que muchas empresas, pero muchas, están dirigidas por personas cuya ética y moral son las que son. Cuyas perspectivas trascendentes no van más allá del aquí y ahora. Y, por lo tanto, de un simple análisis de ratios económicos y financieros que miden la situación económica (Cuenta de Resultados); el equilibrio financiero (Balance de Situación); el EBITDA o cualquier otro. Y terminan haciendo un lavado de cara social, denominado en Inglés, “Social washing” o, en temas medioambientales, un “Green washing”. Es decir, un lavado de cara y poco más.

¿Cómo hacer bien las cosas en la empresa?

Lo cierto es que, si la empresa quiere tener credibilidad, debe hacer las cosas en condiciones. Porque está bien hacerlas; porque el hacerlo así aporta valor y satisfacción a la sociedad y a las personas. Y no porque quiera aparentar lo que en la realidad no hace.

Está muy bien hacer dinámicas comunicativas y talleres experienciales en la empresa. Pero, no está tan bien hacer pasar por el aro de esas dinámicas a empleados que, en el fondo de su corazón, saben que están o pueden estar siendo, manipulados. Que saben que, si no asisten a tal o cual taller o jornada, su puesto de trabajo y valoración pueden estar en riesgo. Está bien que se impartan jornadas y talleres motivacionales, de cuestionamiento y comunicación a un equipo y que se hagan dinámicas divertidas. Pero, previamente, se debe proceder a un cuestionamiento de la dirección de la empresa, a una reflexión no sólo estratégica sino MORAL para que las personas que forman parte de la dirección sepan “para qué” se debe afrontar ese cambio, el que sea, en la corporación y qué consecuencias va a tener.

Una supuesta coach me dijo durante un curso al que asistí: “yo lo que hago es el trabajo sucio al empresario. Es decir, indico qué trabajadores deben ser despedidos y él ni se moja”. Lo malo es que la señora, o señorita, creía que era coach.

A propósito de estas cosillas relacionadas con la ética, valores y virtudes, me contaba una coach italiana, – católica – que, en el curso de su trabajo en una empresa en su país, mientras estaba con los empleados, recibió la llamada de una de las directivas que le dijo: “está bien lo que haces, pero no hace falta que profundices tanto”. A lo que ésta respondió: “agradezco su sinceridad. Puede usted dar por finalizado mi trabajo aquí”. Y se auto despidió.

Finalmente, una pequeña conclusión: Responsabilidad Social Corporativa sí. Pero, con valores, virtudes, hechos concretos y poniendo a las personas en el centro del corazón de la empresa. Y que esto se haga de verdad, no en cuadros enmarcados.

Sólo así vincularemos a la empresa con el trabajador, con el empleado, con la sociedad y a éstos con la empresa. Sólo así, habrá compromiso. Lo demás, lo que se basa en dinámicas, pero esconde enormes diferencias salariales, sociales, de trato, despidos impersonales solo es mucha dinámica y poca sustancia.

Me despido animándote a contactar conmigo si tienes alguna duda, deseas profundizar en este apasionante tema o te gustaría que impartiese algún tipo de ponencia o formación a equipos acerca de la Responsabilidad Social Corporativa. Hablo de ello, no de oídas, sino desde la experiencia de mis casi 35 años de trayectoria en el área del asociacionismo empresarial. ¡Aquí me tienes si crees que puedo aportaros algo a ti o a tu equipo!


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