Desde hace tiempo tenía en mente tratar en un artículo el tema de qué es el verdadero liderazgo.

Puede sonar algo obvio. Lo sé. El líder siempre es el mejor, el número uno del grupo, el que “manda” y da las órdenes. Aunque, la verdad, esa definición no me gusta. Y, desde luego, no refleja aquello que por experiencia y conocimiento creo que son las cualidades que definen a quien realmente ejerce un auténtico liderazgo.

Ya sabemos que a andar se aprende andando, a nadar nadando y a hablar hablando. Así que, aplicando la analogía, a liderar se aprende liderando. Primero a uno mismo y luego a los demás.

Es decir, cayéndote y levantándote. Tragando agua, dando unas brazadas y saliendo a flote. Y, cuando estás un tanto perdido, desanimado o desalentado pero sabes que tienes que liderar a un equipo, por pequeño o grande que sea (tu familia, tu empresa o a ti mismo) parándote un rato a pensar. Buscando ayuda. Meditando o rezando (los que tenemos Fé). O, dándote un pequeño homenaje. Y, volviendo a comenzar, poniendo esta vez el foco en uno o varios objetivos concretos. Confiando, tomando decisiones y pasando a la acción. Por supuesto, mira, reflexiona y actúa. Y, después, haz examen interior y pregúntate, ¿qué tengo que hacer “hoy”? (no mañana, sino hoy). Y, sobre todo, concluye encontrando tu “para qué”. Es decir, el sentido de lo que vas a hacer. Porque, no hay buen líder sin un buen examen interior.

Aprender a liderar

Lo curioso es que si a liderar se aprende liderando, la palabra clave aquí no es liderar sino ”aprender”.

Y, llegado a este punto igual me dirías… Juanma, ni Karol Wojtyla (San Juan Pablo II), ni José Mª Escrivá (San Josemaría), ni Agnes Gonxha Bojaxhiu (Santa Teresa de Calcuta), asistieron a ningún tipo de curso de liderazgo. ¡Y fueron grandes líderes, además de santos! Y, tampoco, Mandela ni Martin Luther King tuvieron tiempo. El primero, porque pasó 27 años en prisión y el segundo porque murió asesinado bien joven, por cierto. Y te respondería: tienes razón.

Todos ellos, a fecha de hoy, siguen inspirando hoy a millones de personas y continúan siendo grandes líderes. Entonces, ¿cómo aprendieron? Yo diría que en la escuela de la vida. Con esfuerzo, tesón, compromiso, generosidad y entrega. Haciendo examen y sacando conclusiones para, después, pasar a la acción.

Liderazgo en días del COVID-19

La situación vivida debido al Coronavirus y la enfermedad que provoca, el COVID 19, está condicionando todos los aspectos de nuestra vida. Esta patología que, parece haber venido para quedarse, nos ha hecho comprender en un instante nuestra fragilidad. Además de traernos el teletrabajo, la mascarilla y el distanciamiento social.

Vaya por delante que la prevención es esencial. Pero, para liderar, además de la prevención y el sentido común, hacen falta líderes que den un paso al frente. Que sean un poco o muy locos, pero locos por amor.

No sé qué pensarán desde el Cielo el famosísimo San Roque, San Carlos Borromeo, San Luis Gonzaga o San Pedro Damián, todos ellos, y no son los únicos, cuidadores y contagiados por la terrible peste negra o la lepra en el último caso. O los pequeños santos portugueses de Fátima Francisco y Jacinta Marto, víctimas de la denominada “gripe española”, que se llevó por delante a entre 50 y 100 millones de personas.

¿Qué pensarán todos los héroes que despreocupándose de su vida la entregaron para tratar de salvar otras vidas?

¿Y los sanitarios y sacerdotes, que, libremente y, por propia decisión, volvieron a los hospitales sin necesidad de hacerlo y han muerto por el COVID?

¿Eran o no eran líderes?

¿Se quedaron en su casa? ¡No! Al contrario, como buenos líderes dieron un paso al frente.

Entonces y viendo estos ejemplos, es fácil hacernos una pregunta. ¿Cómo lideramos en tiempos de COVID? Podría enumerar una larga lista de atributos y hasta escribir una tesis sobre el “nuevo liderazgo en la nueva normalidad”. Pero, sinceramente, y con todo respeto ni creo que haya nuevo liderazgo, ni creo que haya nueva normalidad. Siguen existiendo el liderazgo y las condiciones en las que se ha de ejercer ese liderazgo. Condiciones que, en cada momento de la historia de la humanidad, han tenido su contexto y características propias.

Liderazgo y teletrabajo. ¿Es posible?

Ahora, hemos descubierto una nueva forma de actividad laboral: el teletrabajo, que facilita muchas cosas y cambia otras. Por lo tanto, hay que liderar también a través de él.

Y, con todo respeto, el teletrabajo, como tal, ha existido, con variantes, siempre. En toda la historia de la humanidad. Que se lo digan a la Madre Teresa de Calcuta que, mediante carta va y carta viene, lideraba la expansión de la Orden de las Misioneras de la Caridad. O a San Ignacio de Loyola que, de igual manera, organizaba a los jesuitas en el mundo entero y dirigía la expansión de la Orden y a San Francisco Javier en la India.

¿Qué era aquello? ¿Trabajo presencial o trabajo en remoto?  Está claro que era muy en remoto y había que escribir (acción) la carta; esperar (paciencia) a que llegara, si llegaba; iluminar y conseguir una libre adhesión (interpelación directa) a lo que en la carta se decía.

El líder, inspira, transmite y hace que otro le siga. Y, por si fuera poco, el líder sin pasar desapercibido hace que los otros brillen. ¡No hay más que ver la ristra de santos que cada santo deja tras de sí! No se trata de manipular, que a estos, a los manipuladores, se les pilla siempre, sino de convencer.

Pero de convencer con pasión. El líder propone pero no impone. Y parece que nuestros santos convencían “en remoto” y, además, sin correo electrónico ni conexión a “terminal server”. Tampoco usaban “big data”. Lo que sí parece claro es que tenían sentido común, conexión emocional y vocación de servicio. Además tenían también una “determinada determinación”, que, según Santa Teresa de Jesús, consiste en que cuando hay que tomar una decisión se toma y punto. Y como no había tanta tecnología desarrollaban “olfato” y agudizaban la vista y el oído. Puede sonar un tanto duro en esta sociedad posmoderna y “light pero era así…¡y funcionaba!

El “nuevo” liderazgo

Dicen algunos “entendidos” que lo que ahora cambia es que la tecnología lo ha cambiado todo. Y, que en esta nueva normalidad que vivimos distanciados unos de otros, el liderazgo lo hemos de ejercer de forma muy rápida y en un entorno situado fuera de nuestra zona de confort.

Aislemos estas dos cuestiones: “muy rápida” y “fuera de nuestra zona de confort”. Sinceramente creo que no ha existido, ni existe, ni existirá un solo líder que lidere desde su zona de confort. ¡Ninguno!

Así que sólo nos queda lo de ultra rápido. Ciertamente, las tecnologías, no sólo el teletrabajo,  han hecho que ahora tengamos que movernos todos a una rapidez vertiginosa. Esto es un hecho y hay  que liderar en este contexto. Ultra rapidez y menor contacto social y personal directo. Pero, no olvidemos que, esto último, es una circunstancia, un contexto, en el que movernos. No una cualidad del líder.

Por otra parte, quizá me atreva a reclamar que, siendo cierto que hemos de tomar decisiones con rapidez, no es menos cierto que esas decisiones se han de tomar con sentido y con un objetivo claro. Y en ocasiones, cuando las decisiones del líder afectan a cuestiones importantes (estratégicas)… incluso, hay que detenerse.

Por tanto, queda claro que dirigir personas es todo un arte. Y el teletrabajo cambia algunas cosas pero no todas, ni mucho menos. Coincido con el profesor Carlos Rodríguez Lluesma, en que en el teletrabajo, puede acentuar las diferencias de poder en un equipo. Que la falta de conexión física, de poder mirarnos a los ojos y de tomarnos un café juntos en una pausa, pueden hacer surgir lo que se llama “errores de atribución”. Ya que el punto de vista, como actor y como espectador, es diferente.

El verdadero liderazgo. Sus 10 cualidades imprescindibles

Existen cualidades básicas del verdadero liderazgo, que son atemporales y, entre ellas, destaco estas:

#1 – Sale siempre de su zona de confort

Si, como líder, está muy cómodo y no siente hormigas en el estómago, algo está fallando y se hace necesario salir de ahí con urgencia.

#2 – Ama a las personas

A uno mismo y a los demás. Es amable y practica la amabilidad. Si estoy con alguien, ese alguien es único para mí en ese momento. No hay nadie ni nada más.

#3 – Transmite pasión

Ama lo que hace, se entusiasma porque ama. Y ama porque sabe que lo que tiene que hacer tiene sentido. Sabe cuál es su para qué.

#4 – Brilla y, sobre todo, hace brillar

Hace crecer a las personas y las inspira. Alaba en público y reprende en privado.

#5 – Confía y otorga confianza

Delega de verdad. Ayuda cuando es necesario pero sin presionar al subordinado. Deja que la persona encuentre soluciones y le deja margen de actuación en libertad.

#6 – Actúa y toma decisiones

Una vez decidida la “determinada determinación” se actúa. Enarbola la bandera y si cae, cae el primero. No se lava las manos ni echa balones fuera.

#7 – El miedo no le paraliza

Se sobrepone. Piensa en positivo y se deja sorprender, transmite optimismo, es realista y sabe que cuenta con los mejores.

#8 – Es persistente y tiene un punto aventurero

Le gusta la aventura. Tiene la capacidad de cometer errores y levantarse. Detecta la equivocación cuando se comete y explora nuevas vías. Tiene claro que no es lo mismo ser cabezón que persistente.

#9 – Lee y aplica lo aprendido

Estudia, aprende, resume, piensa, interioriza, actúa.Si no lo aplica o lo intenta se frustrará. Y si actúa y se equivoca, volverá a empezar.

#10 – Es humilde y generoso

Si algo sale bien atribuye el mérito al equipo, nunca a sí mismo. Y si sale mal asume él la responsabilidad, pero salva a su equipo.

En contraposición está el “mal líder” que se identifica por ser, ante todo, un manipulador. Pero de esto podemos hablar en otra ocasión.

Cuando un líder interactúa con las personas de su equipo es posible que no lo pueda hacer de forma presencial. Pero, si está volcado en un proyecto que comparten y suscita adhesiones, sabrá cómo interactuar con ellas, cómo se encuentran, cuáles son sus dificultades y expectativas. Y, desde luego, provocará el encuentro personal, que es de lo que se trata.

Entonces, para ir concluyendo, ¿cómo cambia el liderazgo el COVID 19? Yo diría que no mucho. El liderazgo, en tiempos de pandemia, sigue siendo un liderazgo de personas, con personas y para personas. Así de simple, pero así de complejo.

Te invito a contactar conmigo si necesitas ayuda para liderar equipos profesionales, familiares o, incluso, a ti mismo. El verdadero liderazgo es más que posible. Y, si te lo propones, no será una pandemia la que te impida realizarlo.