En un programa de radio escuché un interesante debate acerca de la educación de los hijos. En concreto, sobre si los padres deben estar encima de los hijos (o no) a la hora de estudiar. Sobre todo durante la adolescencia.

Recuerdo la intervención de alguna madre indicando que a su hija adolescente no le gustaba nada estudiar. Y que, realmente, no sabía qué hacer respecto a si “estar encima” de su hija a la hora de plantearse el estudio y los deberes en casa. O mejor, dejarla por libre.

Como coach, pero sobre todo como padre y como abuelo, voy a indicar aquí aquellas cosas que a mí, como esposo y padre, me fueron bien. Vamos con ello.

El punto de partida para la educación de los hijos

1 – Humildad en la medida de lo posible

Como en muchas familias, la “lista” e “intuitiva” de la casa, cuando nuestros hijos finalizaban la infancia y comenzaban con la adolescencia era y es mi mujer. Así que si quien está más cerca de los hijos es el cónyuge más espabilado, déjate aconsejar por esa otra persona. Porque vé más que tú y con más profundidad. Te lo aseguro.

2 – Delimitad vuestras líneas rojas y obrad en consecuencia

Cuando se trata de la educación de los hijos, tanto por el bien de los padres como de los chicos, al final hay que llegar a un consenso conyugal en el que los progenitores estén de acuerdo en cuestiones esenciales. En lo que se denominan líneas rojas. Es decir, en aquellas cuestiones muy importantes, que son pocas, pero que son básicas.

Por ejemplo: defensa de la vida, trascendencia, moralidad, virtudes a practicar o patria común. Recordemos que las virtudes son los valores puestos en práctica. Responsabilidad y sentido del deber y enseñar a nuestros hijos que los actos u omisiones tienen consecuencias.

Y como decía San Agustín. “En lo esencial, unidad. En lo accidental, libertad. Y, siempre y en todo, caridad”. Porque el cómo decimos las cosas es casi tan importante como el qué decimos. En resumen: padres fuertes y valores compartidos y transmitidos.

¿Y con el colegio qué hacemos?

Criterios básicos para la educación de los hijos

Mejor estar “junto a”, que “encima de”

En general, estar “encima de” entendido como un ejercicio de imposición coercitiva no es bueno. Si uno estudia porque su padre o madre están encima, en cuanto dejan de estarlo, deja de estudiar. Así que, si estamos “junto a”, ayudando, no hará falta estar encima de y educaremos en la responsabilidad.

Transmitir un propósito y un para qué

¿Quieres que la vida de tus hijos tenga un propósito? Mirad como padres y esposos cual es el vuestro. Cuál es vuestro “para qué”. Inculcad a vuestros hijos unas prioridades claras, respeto, educación, valores y virtudes compartidas. Es decir, qué es lo importante y para qué es importante.

Sí, todo eso está muy bien pero… es que mi hijo no estudia, puedes responder a esto que acabo de plantearte.

De acuerdo, te contesto. Pero para que estudie tiene que tener un propósito. Y un propósito que le sea verdaderamente atractivo. Recuerda que los niños y, sobre todo, los jóvenes son, de partida, bastante idealistas. No les cortéis las alas. Fomentad un sano idealismo. Por ejemplo, la generosidad, el compartir, el hacer el bien a los demás, les atrae.

Y es que esto del propósito es como la ciencia aplicada pero más importante. Es encontrar el para qué de la vida. No me voy a extender en esto ahora. Sólo te diré que para educar a los hijos en valores hay que estar presente y plantear preguntas al niño y al joven. No rehúyas el debate y tampoco impongas por imponer. Habla, razona y arguméntale. Dedica tiempo, no sólo tiempo de calidad, sino tiempo en toda la extensión de la palabra.

Horario y orden

El horario se propone y, si es necesario, se impone. Recordad que somos padres, no amiguetes. Dicho esto, toca ahora a los padres predicar con el ejemplo: el del horario, claro. Y es que el horario, con flexibilidad pero también con firmeza, lleva al orden.

Padres y profesores. ¿Qué papel juegan en la educación?

Al plantear la función que desempeñan los padres y profesores en la educación de los niños y jóvenes, ¿qué tal si comenzamos por las asignaturas?

Ciencias puras: Matemáticas, Física, Química

Estamos ante asignaturas que requieren un nivel de abstracción así como entender su aplicabilidad. En este tipo de asignaturas el alumno puede no entender algunos conceptos que al principio pueden ser muy sencillos pero que van a ir desarrollándose con el tiempo. Y esto hace que si las bases no se adquieren con rigor, con un buen fundamento y unos buenos cimientos, el resto de conceptos que se vayan a desarrollar más adelante no se entiendan. Lo que llevaría al alumno al fracaso por falta de entendimiento y de motivación.

Un consejo para los profesores: explicad para qué sirven las matemáticas, la química, la física. Desde el principio enseñadles que son ciencias que se aplican para el beneficio del ser humano y ponedles ejemplos concretos.

No les hagáis calcular con una integral triple la longitud de un hilo curvado (se estira el hilo y se mide con una regla o metro). Este fue un ejemplo real en un examen que aprobé de primero de carrera en Empresariales. No menos cierto es que me hizo pensar. Pero, no es lo mismo sólo pensar que pensar para o para que nos entendamos aplicar el pensamiento a un efecto concreto y sensato.

Te garantizo que el pensamiento científico aplicado, es mucho más motivador y útil, tanto para las ciencias como para las humanidades.

En este tipo de asignaturas considero importante aportar al alumno la ayuda necesaria en forma de explicaciones claras. Por supuesto, por parte del profesorado pero, también, por parte de los propios padres si las conocen. E, incluso, alguna clase de refuerzo o particular si es necesario y se puede.

Biología, Historia, Lengua, Filosofía, Religión

Aquí comenzamos a entrar en terreno pantanoso. No es lo mismo estudiar la floración de un árbol y las leyes de Mendel o los distintos tipos de volcanes existentes en el globo terráqueo que pasar a la biología del ser humano. A la geografía de una patria común o a conceptos como la trascendencia o la sagrada inviolabilidad del ser humano, la moral en general y la sexual en particular.

No me voy a detener en cada asignatura porque haría innecesariamente largo este artículo que prometo desarrollar por partes más adelante. Baste con señalar que estas asignaturas son las que tocan las llamadas líneas rojas de unos padres sensatos.

No es lo mismo educar y transmitir el amor a una patria común o la enemistad a esa patria. Esto afecta a la Geografía, Historia, Lengua e idiomas, ¿lo ves?

Ética y valores

¿Qué ética, qué valores?¿Los que quiera el gobierno de turno o los que los padres consideremos sagrados?

Si pasamos al ser humano y a su trascendencia la cosa es ya muy seria. ¿Cultura de la muerte como el aborto o la eutanasia o cultura de la vida? ¿Educación sexual o educación asexuada en la que uno se auto determina como le da la gana en contra del más elemental sentido común? ¿A quién le corresponde esto? ¿Al Estado, al colegio, a los padres? Piensa en esto, porque está en juego una cosa que se llama libertad.

Aquí no sólo hay que acompañar. Aquí hay que estar “junto a” y muy encima del contenido de las asignaturas. Así como muy pendientes de lo que se haya dicho en clase. No tanto para imponer sino para proponer, ayudar y transmitir valores y virtudes a nuestros hijos. La Fé, la Esperanza, la Caridad, el amor entendido como donación y no como un “me sirves para”.

Aquí los padres tienen que ver junto a sus hijos el contenido de los libros de texto, el contenido de lo explicado en clase. Para que, conforme a su derecho como padres, se eduque en casa. Como es de suponer, en ocasiones, llevará a educar en clara oposición a lo que los profesores de turno hayan dicho en clase. Esto puede resultar incómodo. Pero, no es negociable, o no debiera serlo, para unos padres.

El alumno, además de raíces profundas y bien asentadas, obtendrá así la visión de su colegio (o de su profesor) y la de sus padres. Y así podrá contrastar en casa y sacar sus propias conclusiones con madurez y en libertad. Y los padres habrán actuado de acuerdo con sus principios, que no pueden ser dejados a la puerta del colegio.

Ya sabes que si quieres que me extienda o que te eche una mano en este difícil tema que es la educación en valores de los hijos, solo tienes que contactar conmigo. ¡Estoy a tu disposición!