Tener un propósito en la vida creo que es algo no solo importante para cada persona sino fundamental. Porque, permite a focalizar nuestro objetivo vital. A la vez que nos sirve de “brújula” que nos indica el camino a seguir para lograrlo.

Para mi, ese tener un propósito en la vida tiene mucho que ver con leer a los clásicos. Te resulta extraño lo que digo, ¿verdad?

Te contaré de donde viene esta afirmación.

Lee a los clásicos

Como muchos saben, soy un lector empedernido y tengo una gran cantidad de libros en casa. En ocasiones, según leía algunos de ellos (sobre todo novelas “best seller”) tenía la sensación de estar perdiendo el tiempo. Ante esta idea, dos personas muy cercanas coincidieron en sus sugerencias

“Lee a los clásicos”, me propuso el primero. Un hombre muy culto. Catedrático de instituto de Literatura, que había sido Director de Cultura del gobierno de una comunidad autónoma. Y, persona de una trayectoria personal, familiar y profesional intachables. De lo que ya no hay, que diría mi abuela.  

La otra persona con quien comenté el asunto me dijo esto. “Lee algo que merezca la pena. Dios nos ha dado una vida para hacer el bien y ocupar nuestro tiempo al servicio de los demás. No lo malgastes, que, en esta tierra, es finito”. Esta persona. era un cura de pueblo. Ahora, es un buen y conocido obispo.

Lo que ambos me estaban diciendo, sin ser explícitos es: intenta tener un propósito en tu vida.

Tras bastante tiempo, porque soy un tanto espeso y duro de mollera, les hice caso. Porque eso de “lee a los clásicos” no significa pasarte la vida devorando La Ilíada o La Odisea, de Homero (que no está de más). Sino leer a aquellos autores que han sobrepasado los límites de la moda. Leer a quien ha escrito algo que ha perdurado en el tiempo. Que constituye un estímulo para quien lee.

Por supuesto, leer las obras de alguien del que puedas extraer conclusiones que te hagan mejor persona. Y que, a su vez, puedan ayudarte a transmitir experiencias vitales que ayuden al prójimo.

Como ves, leer a los clásicos es, en general, darte una ducha de realismo y sentido común. Aprendes a establecer prioridades y a volverte más confiado. Porque, lo que de verdad le preocupa al hombre ha sido ya más que estudiado a lo largo de la existencia humana. Si te vuelves más confiado, te vuelves más sencillo. De forma que, puedes volver a hacerte niño. Y, también, a pensar en los demás.

Lo que como coach aprendí de G.K. Chesterton

Uno de los clásicos, transgresor, arriesgado, fustigador de lo políticamente correcto, en su tiempo y en el nuestro, es G. K. Chesterton. Precisamente, estoy ahora leyendo “Lo que está mal en el mundo”. ¡Pues sí que empiezas bien como coach!, pensará más de uno. ¡Vaya pedazo de infusión negativa! ¿Y tú eres coach?, dirá otro.

Y sí, soy coach. Transgresor y empedernidamente optimista. También soy quejica (un defecto que tengo que pulir). Y mentalmente fuerte (o sea que los bajones me duran poco). Diría que soy “achampañado”. Exploto rápido y vuelvo a la calma con la misma velocidad. Y me gusta aplicar el sentido común y hablar claro para que se me entienda.

Pues bien, en esto me declaro seguidor de G. K. Chesterton. Y es que, en nuestro tiempo, como en el suyo, buscar el sentido común es ser transgresor. Lo bueno de leer a Chesterton es que, de golpe, te metes en un spa de sentido común. Un spa en el que te bañas, te relajas, piensas. Un spa en el que puedes meditar y del que, si quieres, incluso, sacas conclusiones.

Una de las cuestiones que reclama Chesterton es el libre pensamiento y el sobrepasar los apriorismos o los prejuicios. ¡Ha blasfemado!, afirmará alguien, rasgándose las vestiduras como Caifás ante Cristo, como un actual sumo sacerdote. Indicando que, en una democracia como la nuestra, es posible expresar lo que deseas.

Desde luego es posible, como también es posible que, muy “democráticamente”, se te crucifique sin compasión por tus creencias, buscando, cuando menos, tu ruina personal y económica.

Tener un propósito en la vida para mirar al futuro

En Coaching, se nos dice constantemente que, desde el presente, hay que mirar hacia adelante y, además, hacia arriba. El pasado ya ha pasado y no hay vuelta atrás.

Pero, el problema es que el pasado está ahí. Condiciona, muy a menudo, nuestro presente y puede hacer que interfiera en el “supuesto futuro”. Digo supuesto porque, como es futuro, aún no ha llegado.

Y, aunque es cierto que hemos de mirar hacía adelante y hacia arriba, no es menos cierto que tenemos que aceptar el pasado. Y, muy importante: en muchas ocasiones, sanar.

En otras, dado el desordenado y lamentable presente de algunas personas, solo con que volvieran a un pasado mejor, más pleno y ordenado, ya sería un gran avance. Pero, como ya no se puede volver al pasado, tenemos que restaurar ese pasado en el presente mirando hacia el futuro.

Pues bien, esto es justamente a lo que se refiere Chesterton cuando señala en su libro: “Como he dicho, esta es la primera libertad que reclamo: la libertad de restaurar”. Y para demostrarlo desmonta los falsos mitos de los modernos (ahora serán los posmodernos): “Hay una metáfora que gusta mucho a los modernos. Siempre están diciendo que no puedes hacer que el reloj marche hacia atrás. Pero, la respuesta simple y obvia es: se puede. Un reloj, como es una pieza de construcción humana, puede volver a ponerse mediante un dedo humano en cualquier cifra u hora. Del mismo modo, la sociedad, al ser una pieza de construcción humana, puede volver a recomponerse según cualquier plan que haya existido con anterioridad”.

Reconstruirse desde la plenitud

Añadiré que el ser humano, se va construyendo en plenitud. En el encuentro con los otros. A partir del diálogo abierto consigo mismo y con los demás.

Puede reconstruirse de acuerdo con un plan previo. Por ejemplo, con el plan previo de Dios para cualquier ser humano. Así que termino con otra metáfora que refuta Chesterton: “Según hayas hecho tu cama, así tendrás que acostarte en ella. Lo que vuelve a ser sencillamente otra mentira. Si he hecho mal mi cama, puedo volver a hacerla”.

Así que ya ves. El mensaje de nuestro amigo Chesterton es, como el de Cristo, muy sencillo: no te desesperes y arregla lo que está mal en tu vida.

Si tu vida pasada era un desastre, no tiene por qué seguir siéndolo.

Si sientes que tu situación actual es un sinsentido, no tiene por qué seguir siéndolo.

Para. Piensa. Y comienza de nuevo.

Te propongo utilizar el sentido común. Actualmente escaso. Pero, por eso mismo, muy de actualidad.

En conclusión: sé tú. Pero, siempre, procura tener un propósito en tu vida. Y, si te resulta difícil lograrlo por ti, busca ayuda y déjate ayudar. ¡No lo dudes!