Si hay algo que siempre ha despertado mi curiosidad es cómo ser feliz. Tanto en lo que implica la búsqueda de la felicidad de quienes me rodean como la mía propia.

Puede parecer algo obvio, puesto que cada uno de nosotros lo deseamos y buscamos. Pero, la verdad, es que no todo el mundo lo logra.

Este artículo nace de las vivencias que, con parte de la familia, viví las pasadas navidades. Lo comparto porque creo que, de ese modo, tal vez ayude a alguien a ser más feliz a nivel personal o en su entorno familiar y laboral.

Partimos de un hecho: mi mujer tiene la sana costumbre de poner un Belén en cada esquina. El de las figuras “buenas”, un poco más elevado para que podamos verlo toda la Navidad. Y el de los “peques” para nuestros nietos, con figuras para ellos, baratas y a su altura. Así, los niños pueden hacer lo que quieran con ese Belén que es el que está a su alcance.

Estoy firmemente convencido de que ese es el Belén, de nuestra casa, que más le gusta a Dios. Justamente, porque los niños, que son sus preferidos, hacen con él lo que quieren. De hecho, el día de Navidad, y esto es lo que me ha dado pié para escribir este artículo, nos encontramos con lo siguiente. La Virgen tumbada, San José ídem, tumbado. Y el Niño Jesús metido dentro de una casita de corcho.

Yo pensaba que habían pasado Atila y los Hunos pero no. Estaba equivocado. Mi mujer y, por supuesto, nuestros nietos me sacaron del error. La Virgen estaba tumbada porque estaba cansada y durmiendo. San José, lo mismo. El Niño Jesús estaba dentro de la casita de corcho para no pasar frío.

Pongámonos en modo «niño»

Esto que acabo de relatar lo hicieron nuestros dos nietos mayores que andan entre los tres y los cuatro años.

Por lo que, no te extrañará que Jesús dijera a sus discípulos: “Dejad que los niños se acerquen a Mí y no se lo impidáis porque, de los que son como éstos, es el Reino de Dios.” A mi, la verdad, nada en absoluto.

No sé si lo he dicho todavía pero, ¿sabes quién fue, ha sido y es el mejor coach de la Historia de la Humanidad? Único e insuperable: Jesús de Nazaret. En una próxima publicación te hablaré de por qué creo que no ha habido otro mejor.

Volviendo al tema, todos los coaches pregonamos que hay que vivir el presente, el aquí y ahora. Y, ¿quién vive el presente mejor que un niño? ¿A quién se le pasa antes un enfado? ¿Quién se inventa aventuras de la nada? ¿Y tiene un corazón tan puro como para meter al Niño Jesús dentro de una casita de corcho para que no pase frío? ¿Quién tumba las figuras de María y José en un Belén, porque “estaban cansados” y tenían que dormir?

Esto sólo lo hacen los niños. Jesús lo sabía y dio una buena lección a sus discípulos. Pero no sólo les dice que no impidan a los niños que se le acerquen. Hace algo más: los acoge y los abraza, les achucha. Les da el mayor amor que un ser humano pueda dar nunca: el cariño de Dios.

Por eso, si quieres ser feliz… hazme caso: vuelve a ser un niño en tu interior.

Decálogo para ser feliz como un niño

Por naturaleza, el niño es feliz porque vive en un continuo proceso sin fin. Te propongo prestar atención a este “decálogo” tan particular. En él verás que es más sencillo de lo que parece. Y cómo ser feliz está al alcance… hasta de un niño.

  1. Vive y Disfruta el presente. No se preocupa del después.
  2. Es fiel a sí mismo. El qué dirán le importa un pimiento. O sea, nada.
  3. Busca ayuda. Si se pega un buen golpe llora y busca a “papi” o “mami”.
  4. Establece objetivos personales. Quiere esto o aquello. Un juguete, una peli, ir al parque, comer, dormir. Todo muy específico, medible, alcanzable, relevante y temporal. Todo muy SMART (specific, measurable, attainable, realistic y timely) como decimos los coaches, por sus siglas en inglés.
  5. Marca objetivos grupales. Aún recuerdo a mis hijos pequeños viniendo en “equipo” a la cocina para que les levantáramos un castigo. A veces hasta lo conseguían, los puñeteros.
  6. Establece alianzas. Si intuye que sus padres le van a decir que no, busca aliados: “Lolo ha dicho que sí me deja”. “Yayi, ¿me pones didujos de bomberos?”. Padres, avisados estáis. ¡Ojo con las alianzas nietos-abuelos! Aunque en su justa medida, son las mejores.
  7. Hace “networking”. Se junta con sus hermanos, primos, amigos y antes de que te des la vuelta organizan un juego, una aventura o una trastada.
  8. Es persistente y resiliente. Inasequible al desaliento. Algunos son verdaderos artistas en el arte del aguante, de la consecución de objetivos mediante la técnica del agotamiento o de la repetición.
  9. Motiva a cada persona. Encuentran al mejor para cada tarea:“yo soy Batman y tú el Dragón. ¡Vale!, pero luego cambiamos”.
  10. AMA. Y, por encima de todo, ama y se deja amar.

CONCLUSIÓN. CÓMO SER FELIZ

Sigue el “decálogo” anterior y hazte niño

Observa a los niños, aprende ellos, de sus reacciones, de sus gestos, de sus caras, de su llanto y de su risa. Si te haces como un niño, es decir, si te pones a su altura físicamente, te agachas, te arrodillas o te sientas en el suelo (cómo te levantes, es cosa tuya), te aseguro un placer y disfrute inenarrables. Te harás aún más joven. Los años no importan.

Cultiva el sentido del humor

Ríete de ti mismo. No te tomes nada tan en serio. “¡Hasta un niño de cinco años sería capaz de entender esto!”, le dice un personaje a Groucho Marx en la película Sopa de Ganso y aquel responde: “Rápido, busque a un niño de cinco años; a mí me parece chino”.

Haz de tu vida es un juego

Sabiendo que somos infinitamente dignos: juega y disfruta del juego, en todo momento. Contigo, en familia, en el trabajo. Te aseguro que te divertirás, serás una persona más creativa y te lo pasarás mucho mejor.

Da gracias a Dios por tu vida continuamente

Si eres creyente, ¡razón de más! Si no lo eres, no te cuesta nada. ¡Dáselas igualmente! En cualquier caso practica el agradecimiento a cada persona, a ti mismo y a todo aquel con quien te encuentres. Los “agraciados” con el premio del agradecimiento puede que se sorprendan pero nadie te va a mirar mal por darle las gracias. Tú te sentirás mejor. Porque vivirás dando gracias, destensando situaciones, provocando sonrisas y generando amor. No sé si vivirás más, pero vivirás mejor.

Y, por último, sonríe. Sonríe, siempre

Practica el arte de la sonrisa franca, sincera y abierta. Sonríe a todo el mundo. Cuando te levantes, mírate ante el espejo y sonríete. Cuando estés en un atasco, sonríe. Incluso, cuando vivas una situación dolorosa, aunque no te apetezca… ¡sonríe! Respirarás mejor, sufrirás menos y serás más creativo. Los expertos enumeran múltiples efectos beneficiosos para la salud. Pero, aunque no tuviera ninguno serás, sobre todo, más feliz.

Desde aquí, te animo a marcarte como propósito el lograr ser feliz. Y no dudes en contactar conmigo si no encuentras el camino hacia tu propia felicidad. Recuerda que solo podrás hacer felices a a los que te rodean cuando seas capaz de serlo tú mismo.