¿Qué es el Coaching? ¿Para qué sirve? ¿A quién ayuda realmente?

En más de una ocasión he tenido que responder a esta pregunta que, según qué casos y para qué colectivos, puede sonar como algo esotérico, oriental o, incluso, relativista próximo a la New Age.

De hecho, cuando he tratado de explicar que se trata de una disciplina que se va abriendo camino y que trata de ayudar a la persona, o a un grupo de personas, algunos me han sugerido que no me llame coach sino mentor, entrenador o consejero.

Además, si expongo que desarrollo mi Coaching desde una perspectiva cristiana alguno me ha llegado a decir: “entonces, ¿eres como un director espiritual?”. Y ya si hablamos con el sufijo “ing”, el cacao está servido, ya que nos encontramos con términos como Coaching, Mentoring, Training o Counselling.

Y, no sin cierta malicia, hay quien te dice: “en una empresa en la que estuve vino un coach y lo estropeó todo”. Literal, sobre todo si a la persona no le ha ido bien. Pero es que, como en cualquier área, coaches hay para todos los gustos y colores.

Qué no es Coaching y por qué el término Coaching

Coach es una palabra que no tiene una fácil traducción en idiomas latinos como el español, el francés o el italiano. De hecho la palabra coach significa, literalmente, coche tirado por caballos o autobús.

Y… ¿qué tiene que ver esto con la relación entre personas? De partida el “coach”, sea carruaje o autobús lleva personas de un lugar a otro. Y aquí comienza la identificación del término: el coach se convierte o bien en un entrenador, normalmente deportivo, o bien en una persona que “lleva” a otra.

Según la RAE, Real Academia Española de la Lengua:

  1. Persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal.
  2. m. y f. Dep. entrenador.

Vamos acotando el término, aunque sea parcialmente. La palabra “asesora” es, a mi juicio, incompleta. Ya que limita el concepto del Coaching e induce al error. Mejor hubiera sido la palabra “acompaña”, con lo que la definición hubiera quedado así: “persona que acompaña a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal”. Queda más claro, ¿no te parece?

Pero, además, el Coaching no es un espectáculo ni un pasatiempo. No consiste en ofrecer buenas charlas motivadoras y no tienes por qué ser, necesariamente, psicólogo. Como, tampoco, un buen gerente o emprendedor tiene por qué haber estudiado empresariales.

Aunque es cierto que, bien por la vía de la formación o por la vía de la experiencia, o, mejor, por ambas, el coach tiene que saber conectar psicológicamente con la persona o con el equipo, como lo haría cualquier buen directivo, entrenador o director espiritual que se precie.

Pero, insisto, las diferencias de estos perfiles con el coaching son grandes. Formación, mucha reflexión, experiencia vital y humildad son aquí cuatro pilares básicos. El quinto es el del acompañamiento a lo largo de un tiempo y un proceso vital.

Otras cosas que no son coaching

Mentoring o tutoría

Un mentor, o un proceso de “tutoría” implica que una persona experta (“senior”) o con experiencia acoge a su mentorizado con menos experiencia, con menores conocimientos para que supere o se adapte a determinados puestos de trabajo. Aquí se trabajará, por tanto, sobre el desarrollo de determinadas habilidades, crecimiento, aprendizaje y desarrollo del que está aprendiendo. Un ejemplo típico podría ser el caso de un directivo que, al final de su vida profesional, debe proceder a su propio relevo, preparando a alguien que le sustituya con garantías. Eso sí, siempre que se haga con tiempo y esté bien planificado.

Counselling o asesoramiento

Según la Asociación Americana de Counseling se trata de «una relación profesional que empodera a diversos individuos, familias y grupos para lograr metas de salud mental, bienestar, educación y carrera».

Es un proceso de colaboración basado en objetivos, que involucra a alguien que asesora y apoya sin juzgar y que trabaja con un cliente para ayudarle a establecer metas viables y desarrollar estrategias y planes necesarios para lograr estos objetivos.

Aquí, de acuerdo con la terminología anglosajona, estaríamos más cerca del Coaching pero… ¡ojo! Un coach no es un consejero. Y el buen coach, salvo en momentos muy determinados y de bloqueo, NO ofrece consejos. Incluso, huye de ellos.

Training o entrenamiento

No necesita mucha más explicación. Aquí hay uno que prepara y otra que se prepara bajo la dirección del entrenador. Tampoco esto es coaching.

Dirección espiritual

Tampoco es Coaching. Aunque, para un buen católico o para cualquier persona que quiera avanzar en la búsqueda de la Verdad, contar con un buen director espiritual es totalmente necesario. El dirigido abre su alma al director, éste dirige y el dirigido obedece. Así, somos más conscientes de nuestros errores y pecados. Y, mediante la obediencia, aunque en ocasiones nos cueste, porque haya cosas que no entendamos, mejoramos en humildad.

Eso sí, un buen director de almas, un buen director espiritual, debe escuchar mucho y hablar lo justo. Escuchar mucho para conocer bien todos los recovecos del alma de la persona a quien dirige. Y, así, ofrecerle sólo al final el consejo oportuno.

En conclusión. Entonces, ¿qué NO es un coach?

Un coach no es, por lo tanto, ni un Tutor (Mentor), ni un Consejero (Counsellor), ni un Entrenador, ni tampoco un Director espiritual. Aunque debe conocer estos conceptos y sus diferencias en profundidad. Puesto que su conocimiento y aplicación en momentos concretos hará mucho más fructífera su relación de acompañamiento.

Qué es el Coaching

La definición de la International Coach Federation (ICF) es la siguiente: “El Coaching profesional se fundamenta en una asociación con clientes en un proceso de acompañamiento reflexivo y creativo que les inspira a maximizar su potencial personal y profesional”. Por su parte la otra gran asociación mundial la  International Association of Coaching (IAC) afirma que el “El Coaching es un catalizador para un cambio positivo, significativo y tangible en muchos niveles”.

En definitiva, el Coaching es un camino que recorremos juntos el coach y el acompañado. Se trata de un proceso que parte de una realidad o situación actual de la que el acompañado, o coachee, con la ayuda del coach toma conciencia para alcanzar una situación deseada.

La relación es de facilitación. Es decir, el coach mediante conversaciones y, sobre todo, mediante preguntas, facilita el desarrollo de la persona o grupo acompañado. Facilita su cambio. Pero, siempre, partiendo de un presente asumido y consciente para ir hacia adelante en busca del objetivo u objetivos deseados por la persona acompañada.

La importancia del objetivo Smart

Alcanzar la situación deseada implica que el acompañado pueda superar los obstáculos que surjan, defina metas y submetas, redefina las mismas, vea si lo que pretende es un reto SMART. Es decir, específico (Specific), medible, (Measurable), alcanzable (Achievable), realista (Realistic) y temporal (Timely).

Por poner un ejemplo sencillo: “quiero adelgazar”. Este no es un objetivo. Sin embargo si digo “quiero adelgazar 20 kilos en siete meses comenzando el 31 de mayo de 2021 y finalizando como máximo para el 23 de diciembre de 2021, teniendo en cuenta los obstáculos que puedan surgir”. Eso sí es un OBETIVO SMART.

Cómo ayuda el coach al acompañado

En su trabajo, el coach acompaña, ayuda y facilita a la persona o grupo a transitar su proceso del para qué quiero cambiar o hacer esto. El acompañado va encontrar respuestas, las va a interiorizar y será él mismo quien se proponga las soluciones.

La eficacia del Coaching se basa en esto: en que es el propio acompañado quien, con la ayuda del coach, encuentra sus repuestas y de esta manera asume como propios los retos, desafíos y metas que se propone.

El coach ayuda al acompañado a verbalizar, desbloquear situaciones, enmarcar la situación actual, desbrozar el camino, visualizar el futuro deseado, encontrar las respuestas adecuadas, establecer metas. Y sólo aconsejará en momentos muy específicos o cuando el propio acompañado lo solicite. Pero nunca como punto de partida.

Por otra parte, toda conversación de coaching conlleva empatía, asertividad, fluidez, evaluación de la situación, un preciso encuadre y reencuadre de la misma, el poner al acompañado frente a sí mismo y el establecimiento de metas intermedias a corto plazo. Por supuesto, junto con su compromiso de la  toma de acciones concretas antes de la próxima sesión.

Al final, el proceso de coaching, consiste en facilitar que sea el propio acompañado (o grupo) quien encuentre las respuestas que necesita, interiorice lo que desea y necesita, lo haga consciente y adopte las decisiones oportunas. Este proceso implica una mayor fuerza para quien es acompañado, porque las respuestas ya no le vienen de otro que le aconseja sino que las saca de uno mismo. De ahí la diferencia, y la mayor potencia a mi juicio, del Coaching frente a las disciplinas que ya hemos señalado que no lo son en sentido estricto: mentoring, counselling, training o dirección espiritual.

Por supuesto, el coach debe conocer esas disciplinas y sus diferencias. Y podrá, en momentos determinados, ofrecer una cierta tutoría, un consejo adecuado o un entrenamiento en alguna habilidad concreta. Por eso, es importante que el coach no sólo haya estudiado coaching sino que por su experiencia vital esté capacitado para manejar diversas herramientas según la persona o grupo acompañado.

Una mención para los llamados “Libros de autoayuda”

En este punto vuelvo la vista al que yo llamo “el primer coach” de la Historia. El propio Jesucristo (a Él me refiero) deja poco espacio para los mismos al señalar en Mateo 15,14: “cuando un ciego guía a otro ciego ambos caerán en el hoyo”.

Lo que quiero dejar claro es que los libros de “autoayuda” no estén mal, ni mucho menos. De hecho los hay muy buenos. El problema está en la “autoayuda”. Resulta muy difícil, por no decir que imposible, que cuando uno quiere realizar cambios en su vida, cambios de calado, lo haga sin apoyo. Por ejemplo, algo tan aparentemente sencillo como bajar de peso, lo haga sin un especialista en nutrición. ¿Por qué? Porque un adecuado acompañamiento evitará dietas erróneas, que pueden ser nefastas para el cuerpo.

Si esto lo llevamos al ámbito del cambio de actitud, intervenir por parte de uno mismo, por muchos libros que se hayan leído, sin el adecuado acompañamiento de una persona debidamente preparada en el ámbito de su mente y de su cuerpo puede ser peligroso. Es fundamental un acompañamiento que suponga cotejar la realidad que uno experimenta con la realidad objetiva. Para analizar si la situación que se desea como objetivo está alineada es coherente con lo que la persona realmente desea, con sus ideales. Y esto, te lo aseguro: no se hace sólo.       

Confusión y relativismo en el Coaching

Como estamos en un mundo relativista, que traga con todo, el católico bien formado pero no bien informado, con frecuencia piensa que estas “novedades” del Coaching son una forma más de relativismo importada de oriente. Algo así como un budista, hinduista, chino zen con un toque “cool”, adaptado a occidente. Y no les falta, en parte, razón.

¿Sabes por qué?

Porque el relativismo, la falta de ideales concretos, profundos y arraigados en la persona son una realidad en muchos coaches. Hace años, un buen amigo, coach también, y no precisamente devoto, me decía: “Juanma, me encuentro con un problema; hay personas que vienen a mí a pedirme hacer un proceso de coaching con objetivos que son totalmente incompatibles con mi forma de pensar o, incluso, claramente inmorales”.

Este punto es capital para cualquier coach. Y, desde luego, para el acompañado.

En uno de los múltiples cursos a los que asistí, una persona, en la pausa para el café, me comentó con toda tranquilidad que era coach y que su especialidad era “limpiar” las empresas de personal, haciendo que los dueños no se ensuciaran las manos. Con independencia de la calificación moral que me mereció la persona, lo que ocurría era una clara perversión del lenguaje. Eso, además de ser una clarísima manipulación, no es Coaching. El coach no puede hacer algo que esté en contra de sus ideales más profundos y esto, quien lo trabaja, debe dejarlo claro, desde el primer momento, si quien solicita sus servicios le está pidiendo algo que personalmente le repugna. Lo malo es que hay a quien no le repugna nada y esto es un problema.

Por otra parte el tan famoso “carpe diem”, el “aquí y ahora”, vivir el presente, disfruta y no sufras, vive y sé feliz, nadie me va a hundir y tantas y tantas frases huecas, con las que hay autores que se han enriquecido, literalmente, no son más que eso: frases huecas. Cuando el ser humano sufre, cuando está en condición “doliente”, que no significa que esté enferma, sino que está, probablemente “infirme”, como brillantemente aporta el profesor Xosé Manuel Domínguez Prieto, el coach es interpelado, se conmueve y ya no estamos ante “un caso”. Sino ante una persona con toda su dignidad y dimensión. Esta es la esencia del Coaching Personalista que defiendo y practico.

Aquí no se trata de vaciarnos de nosotros mismos para alcanzar la iluminación, sino de alcanzar la plenitud como persona. Lo contrario te lleva al vacío existencial, al hastío, al aburrimiento y, en última instancia, en muchos casos por desgracia, al suicidio o al “dejarse morir”.

El Coaching antropológicamente Cristocéntrico

En un mundo donde todo cabe y todo vale, donde el relativismo impera y donde cualquier filosofía, sobre todo si viene de oriente, parece que se impone; en un mundo en el que lo importante es situarse, ganar dinero y ser feliz a toda costa. Donde uno mismo puede supuestamente encontrar en su interior todos los resortes necesarios para encontrarse feliz e, incluso, iluminado ¿por qué hay tanta desesperanza? ¿Por qué se produce el vacío existencial, la depresión, la falta de sentido vital, el suicidio? ¿Por qué las rupturas matrimoniales y la destrucción de la familia? ¿Qué es lo que ocurre?

Lo que sucede es que se ha perdido de vista a Dios. Que se prescinde de Él. Y cuando se no se cuenta con Él, se acaba prescindiendo del valor sagrado de la vida humana. Surge entonces la carencia de respuestas válidas ante las preguntas últimas del ser humano: ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Para qué estoy en el mundo? ¿Cuál es el sentido de mi vida?

Cuando acompañamos a una persona o a una comunidad de personas hay que comprender a quién se acompaña. Si no tenemos presentes estos elementos, será imposible acompañar personas de manera eficaz.

Es aquí donde la perspectiva del Coaching que pone al hombre en el centro de la cosmovisión del ser humano, pero junto a y centrado en Cristo, entra en acción. Y este tipo de Coaching es, sin duda, el más potente que he conocido, por la capacidad de cambio y felicidad que genera.

Quiero terminar recordando la genialidad de un gran santo de nuestros días, San Juan Pablo II. Quien ya en el ensayo “El Personalismo Tomista”, abordó en 1961 una cuestión capital sintetizando, con maravillosa precisión, la relación del hombre y Dios. Aportó una visión antropológica actualizada a nuestros días, desde una perspectiva cristiana (no tenemos por qué prescindir de nuestra esencia para buscar en Oriente lo que ya tenemos en Occidente). Así, posibilitó un fundamento sólido a la labor del coach en su relación facilitante, de desarrollo, ayuda y plenificación de quien es acompañado. Lo que, por cierto, es totalmente aplicable al mundo de la empresa. Que no es sino otra de las expresiones plenificantes del ser humano.

Desde aquí, te animo a que si te surge cualquier duda acerca de qué es el Coaching, cómo puede ayudarte o sobre cualquier aspecto que desees plantarme no dudes en contactar conmigo. Como siempre te digo, estaré encantado de resolver cualquier cuestión que pueda ayudarte en tu día a día tanto a nivel personal como profesional. ¡Aquí me tienes!