Hace unos días hablamos de la importancia de volver la mirada hacia nuestro “yo” más interno para hacer un balance personal y sincero de nosotros mismos.

Como, tal vez recuerdes, vimos se necesitan solo 4 cosas para ser feliz y que, podían resumirse en una: volver a casa. Entendido la “casa” como el lugar más nuestro en el que nos encontramos con quien queremos y en donde nos sentimos seguros.

Porque volver a casa significa:

CONOCIMIENTO propio.

ACEPTACIÓN de ti mismo (con tus virtudes y defectos).

SUPERACIÓN

AMOR a Dios y a ti mismo.

En la publicación de hoy, que es una segunda parte de la anterior, titulada Volver a casa por Navidad, seguimos haciendo balance y haciendo el viaje de vuelta a CASA.

Habíamos visto en el post anterior los dos primeros cimientos de esa casa interna que hay en cada uno de nosotros: conocimiento y aceptación.

Hoy vamos a completar con los dos cimientos fundamentales que nos faltan para cimentar nuestra casa interna: el afán de superación y el amor.

El tercer y cuarto pilar para hacer un balance personal

#3 – SUPERACIÓN

En una mini serie que acabo de ver en una plataforma televisiva la jugadora de bádminton Carolina Marín, decía: “puedo porque creo que puedo”. Es evidente que sin esta creencia es imposible poder hacer algo que sea relevante. Lo que pasa es que Carolina no se ha quedado sólo en la creencia de que puede sino que ha hecho algo más. Mucho más.

Nuestro refranero ya lo dice: “querer es poder”. Lo malo es que sólo es cierto en parte.

Para poder hace falta no sólo querer sino ponerse manos a la obra. Es decir, pasar a la acción. Y ser persistente. O machacón, o cabezota. En cualquier caso, si ves que algo no te sale a la primera, si ves que fallas y te cuesta, sigue intentando mejorar. Hasta que lo consigas. Para conseguir algo no sólo basta con querer. Hay que tener una “determinada determinación”, que decía San Teresa de Jesús. Y tener una actitud positiva.

La aCtitud es muy diferente de la aPtitud. Las aptitudes son nuestros conocimientos, aquello que se nos da bien, pero sin actitud no hacemos nada. Uno puede ser un magnífico pintor pero si no pinta ¿de que le sirve su aptitud? De nada.

Pongamos el ejemplo contrario. Se cuenta que Thomas A. Edison, al inventor de la bombilla eléctrica, uno de sus empleados le preguntó que por qué seguía intentando su funcionamiento tras haber “fracasado” miles de veces sin conseguirlo. La respuesta de Edison es el paradigma del espíritu de superación: “no he fracasado”, dicen que dijo, “he encontrado mil maneras diferentes de cómo no hacer una bombilla”. Al final lo consiguió. Moraleja: nunca te rindas. Jamás te des por vencido. Del aparente fracaso se aprende mucho más que de los éxitos.

Aquí, hace falta también enfocar bien. Saber hacia dónde nos dirigimos para mirar hacia el futuro. Pero enfocando bien y teniendo claro el objetivo. Porque, disfrutar del viaje está muy bien, pero tenemos que saber hacia dónde vamos.

Si quieres superarte, partes del conocimiento propio, y sabes cuáles son tus debilidades y, sobre todo, tus fortalezas… ¿que hacer ahora? Pues, algo muy sencillo y antiguo, que ya lo anticipó el griego Arquímedes, el inventor de la palanca: “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”. Pues bien, eso es lo que tenemos que hacer: palanca.

Pero palanca en nuestras fortalezas. Así que, si quieres, mira de reojo hacia atrás, plántate bien fuerte en el presente y desde este presente dirígete a construir tu futuro. Con determinación, actitud positiva y sin rendirnos. Seamos capitanes de nuestro barco, que, al fin y al cabo, es nuestra vida.

¡Ah! Y no me seas pedante como quienes dicen que nunca se arrepienten de nada. Ni están dispuestos a hacer un balance personal ni, posiblemente, quieran mirar en su interior. La única manera de avanzar es estar insatisfecho. Y estar insatisfecho no significa vivir angustiado o amargado. Sino, simplemente, buscar algo más valioso.

Pregúntate cómo prefieres vivir. ¿Buscando siempre, mejorando, ayudando, aunque cueste, o adormilado y apático? Es cuestión de decidir. Tú decides si ser feliz o conformarte con intentar no sufrir. Yo, elijo ser feliz.

#4 – AMOR

Vamos con el cuarto y último pilar de nuestra CASA. El más importante y que merece la pena. Y es que el verdadero amor ha movido, mueve y moverá el mundo. Sólo el amor.

Ya San Pablo nos lo recuerda en su primera carta a los Corintios: “el amor es paciente, es servicial; no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás”.

Como vemos, todo un programa de vida. Lo bueno de San Pablo es que si tienes Fe en Dios el programa lo puedes aplicar a tu vida haciendo que ésta trascienda y se eleve hasta el infinito. Y si no tienes Fe en Dios, pero la tienes en el hombre, también te sirve. Al fin y al cabo, ¿qué prefieres vivir como “ni fu ni fa”, o peor aún, odiando o vivir amando?

El amor, lo vemos en creyentes y no creyentes, mueve al ser humano. Nadie puede imponer la Fe pero cada uno sí puede imponerse a sí mismo un programa basado en la entrega generosa. Porque es en esa entrega donde vamos a demostrar lo que somos capaces de amar. A veces un detalle, dedicar unos minutos de nuestro tiempo, hacer algo que no se note pero que descarga a nuestro cónyuge de algo de trabajo, supone un pequeño esfuerzo y mucha satisfacción. Y el que ama, te lo digo por experiencia de muchos intentos fallidos, descubre. Eso es apasionante. Haz la prueba.

Aquí también sirve, por cierto, la famosa Regla de Pareto: un 20% de lo que hagamos nos puede proporcionar un 80% de satisfacción. De verdad, un poco de amor que demos, va a retornar con creces lo poco que hayamos hecho. En satisfacción personal y en la satisfacción de la pareja, de nuestros hijos, del entorno laboral, o del equipo de trabajo, por ejemplo. Y siempre, pero siempre, en tu autoestima y felicidad.  

Por lo demás, todos tenemos la experiencia de un mal o un buen día. Nos han podido salir las cosas mejor o peor. Pero, al final, lo que no soportamos es la insatisfacción que nos deja la apatía, el pretender pasar de todo o el mirarnos a nosotros mismos.

Haz algo hoy, concreto por tu mujer, por tu esposo, por tu compañero de trabajo. Piensa en qué puedes hacer por los que te rodean. Por quien lo necesita. Pero que sea concreto y que lo puedas hacer hoy. Mañana ya harás otra cosa. Y si repites, construyes un buen hábito. Y si de copiosas cenas (excesos) están las sepulturas llenas, ya te digo yo que de buenos hábitos está el Cielo repleto. Hagamos de nuestra vida un Cielo ya aquí.

Aunque sólo fuera por egoísmo, que es lo contrario del amor, el amor es rentable.

Una conclusión personal

Siempre es un buen momento para reflexionar, para detenernos unos instantes y hacer un balance personal. Para proponernos unos objetivos, claros, concretos, específicos, sencillos y medibles. Que nos supongan un reto personal realista, alcanzable y que podamos lograr en un tiempo concreto.

Por supuesto, no vale decir quiero ser mejor esposo o esposa. Y sí, hoy a las 20:00h. voy a encargar esa cena que sé que le gusta a mi mujer, pondré un par de velas y el mejor mantel de la casa y luego, sin decir nada, lo recojo todo. Y si sé que a mi mujer, o a mi marido, le gusta después a las 21:00h. ver una buena peli, pongo la que le guste aunque a mí me apetezca menos. Porque en la pequeña renuncia a uno mismo es donde demostramos cuanto, de verdad, amamos.

Si te aplicas en este proceso de construir los cuatro pilares de tu CASA te auguro un futuro repleto de felicidad. Ten en cuenta que esto lo puedes aplicar en el trabajo diario, en la empresa, en tu relación de pareja, en tu matrimonio. Y, desde luego, en tu relación con Dios si eres creyente.

Ya sabes, CONSTRUYE TU HOGAR y vuelve a CASA, en cualquier momento del año, no solo en Navidad. Y a medida que avances, no dudes en contactar conmigo para contarme cómo vas con las reformas o construcción de tu “CASA”.