La mayoría de nosotros hemos sufrido, tras algún periodo vacacional, los efectos de la depresión postvacacional al retomar las actividades diarias y no saber cómo volver a la rutina.

Si la memoria, los datos y mi propia memoria no me fallan, la vuelta tras las vacaciones genera la tan temida “depresión postvacacional”. Y, ciertamente, cuando los días de descanso se terminan y hay que al día a día, vuelven los recuerdos del dolce far niente. De ese “dulce no hacer nada” que los maestros en el arte de vivir, que son los italianos, ya cantaban.

Para no irnos tan lejos no está de más utilizar la experiencia propia y reconocer que sí, que uno también ha pasado por esa sensación de tristeza o depresión postvacacional.

Cuando las vacaciones se acaban es inevitable recordar. Queda en la memoria el poder levantarte algo más tarde (si los nietos no te despiertan antes), el poder leer algo más, el hacer esas soñadas excursiones, la siesta, las cenas y veladas en familia. Depende de cómo hayan ido o estén siendo las vacaciones, se puede instalar al regreso una cierta “tristeza”. Que puede ser temporal y oportuna o más larga de lo debido.

En este artículo haré lo posible para que tu “volver a la rutina” sea lo más llevadero posible. De forma que el recuerdo sea agradable y el presente mucho más.

La melancolía por la sensación de libertad de ese hacer algo que quiero, que no puedo hacer habitualmente y está fuera de las tareas diarias, es casi inevitable. Esto sería la tristeza temporal y oportuna. Es decir, la tristeza transitoria que, puede ser más o menos aguda, pero que es eso, transitoria. El recuerdo no nos impedirá realizar nuestras labores ordinarias y, además, con alegría.

Si lo que se conoce como depresión postvacacional deriva en algo mucho más largo que acaba dañando la calidad de vida de la persona, entonces nos iríamos a, quizá, algún tipo de  depresión. Que precisaría un tratamiento psicológico adecuado. Pero, ese punto, no es el objeto de este artículo.

Hoy vamos a hablar de una tristeza o melancolía temporal.

Es normal que se dé un cierto desánimo, algo de cansancio, incluso físico, cierta irritabilidad, una posible sensación de culpa, porque “podía haber hecho esto o aquello y no lo he hecho”, a la vuelta de las vacaciones. Y, también, porque volvemos al trabajo y a los problemas de la vida diaria.

Cómo hacer para que el aterrizaje y volver a la rutina no sean bruscos

La clave está en organizar bien tu vuelta y tu vida.

Voy a compartir contigo algunas pautas que utilizo y que a mí me van bien. Yo te doy las mías, pero igual, para ti, son mejores otras. Intenta encontrar las tuyas propias, las que de verdad te ayuden.

¿Qué hago yo? Al acercarse el final de la última semana de vacaciones me tomo una o dos horas para mí en soledad, con mi móvil, un gestor de tareas o una libreta.¿Por qué? Porque conviene visualizar la vuelta, al igual que visualizaste la ida. Insisto: una o dos horas para ti en soledad.

Planifica tu vuelta

Tómate un “break vacacional” de una o dos horitas como máximo y piensa en las cosas que tienes que hacer cuando vuelvas y que más te preocupan. Por cierto, ¿sabes lo que significa preocuparse? Ocuparse antes. No se trata de agobiarnos ni de angustiarnos sino de, lisa y llanamente, ocuparnos de aquello de lo que nos podamos ocupar sin esperar al último momento. Por lo tanto, toma un rato para ti y anota las cosas que te vengan a la cabeza porque son importantes para ti. Si lo haces, descargas tu mente. Así, una vez apuntadas las cosas, puedes ya irte a la playa, al monte o a la cama con mucha más tranquilidad y relax. Y sigues desconectado.

Busca o recupera el sentido

¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Qué sentido tiene para mí? Obviamente, después de los dos puntos, escribe lo que corresponda. No te enrolles. Algo corto pero que suponga un cambio o un reto importante y satisfactorio para ti.

  • Dios:
  • Mi propia persona:
  • Mi esposa o esposo:
  • Tu novio o novia:
  • La familia:
  • El trabajo.
  • Mis amigos:

Recuerda que el ser humano crece “en relación con” otras personas. Si no te has planteado el sentido de tu vida o necesitas actualizarlo, nada mejor que un atardecer vacacional frente a un acantilado, en el monte. O, si eres creyente, en la ermita del pueblo al que vas. Que,  seguro que ahí te vas a encontrar a ti mismo y además estarás a solas con Dios. En las vacaciones, un ratito de silencio viene maravillosamente bien (y en la vida diaria también). Te lo digo por experiencia.

Crea tu lista de propósitos

Mantén propósitos firmes y claros. Si estás casado, si tienes novia o novio, ¿qué vas a hacer después de las vacaciones por tu cónyuge, por tus hijos, por tu novia o por tu novio, por tu propia persona? Lo mejor, es hacer una lista y apuntarlo. Anotas lo que se te ocurra. Como ya te he dicho, esto es lo que yo hago. Y sé de su valor y efectividad por mi propia experiencia

En mi caso, es de gran ayuda contar con un gestor de tareas. Puedes usar el que quieras, los hay de muchos tipos.

Ahí puedes hacerte todas las listas que necesites. Una vez que apuntas, lo único que tienes que hacer es revisar la lista cada día y vas clicando. En el gestor de tareas apuntas lo que se te ocurra. Lo bueno es que en cualquier teléfono móvil o en la Tablet lo puedes apuntar y no necesitas más cosas. Pero si eres “rupestre digital”, como yo, que sigo siéndolo, una pequeña libreta de toda la vida hará la misma función. Te lo aseguro.

Aquí tienes un ejemplo de como yo me organizo:

  • – ESPÍRITU Y DIOS.
    • Misa. A qué hora.
    • Oración diaria. Cuándo, dónde.
    • Diferencia si quieres entre semana y el fin de semana.
  • – MI PROPIA PERSONA
    • ¿A qué hora me levanto?
    • ¿Y, a qué hora me acuesto?
    • Aseo.
    • Deporte
    • Hobbies
  • – FAMILIA
    • Esposa. ¿Qué actividades hago con ella? ¿Cuándo? ¿A qué hora?
    • Hijos. ¿Cuándo les veo? ¿Cuándo les llamo?
  • – TRABAJO
    • Temas importantes que tengo pendientes y me preocupan.
    • Asuntos no tan importantes pero que también ocupan mi mente.
    • Fechas de entrega.
    • Etc.
  • – AMIGOS
    • Amigos que tienes.
    • Cuando quieres verles.
    • Si les vas a escribir o no.
    • Etc.
  • – FINANZAS
    • Ingresos y gastos que tienes.
    • Qué quieres ahorrar.
    • Cuánto quieres invertir.
    • Etc.
  • – Y… todo lo que se te ocurra.

Crea un horario y una ckecklist

Te sugiero que hagas una lista de chequeo por grupos como te he indicado. Una vez que te has hecho esos propósitos y ya los has anotado, crea un horario y anótalo en la agenda. Por ejemplo: a las 19:30 quedar con mi mujer. Si no lo anotas, no lo haces. ¡Te lo digo por experiencia!

  • HORA a la que me levanto.
    • A la que empiezo a trabajar o voy al cole, o a la universidad, etc.
    • Cuándo tengo previsto finalizar mi horario laboral, del colegio o universidad.
    • Hora de la Comida.
    • Hora de la Cena.
    • A qué hora me acuesto.
    • Qué tengo que hacer. Y lo metes en el HORARIO de mañana o de tarde. Deja huecos amplios que hay muchos imprevistos.
      • Aseo.
      • Oración.
      • Deporte.
      • Trabajo.
      • Familia: ESPOSA, ESPOSO (este punto en NEGRITA y en la AGENDA SÍ O SÍ)
      • Familia: hijos, nietos.
      • Lectura.
      • Estudio.
      • Amigos.
      • Otras cosas.

Un objetivo: sentirte en plenitud

Expuesto todo lo anterior me puedes decir: ¡hombre, esto se hace o debe hacerse al final de cada año! Y te respondo: cierto, pero ¿cada cuánto tiempo lo revisas, corriges y actualizas? ¿O esperas hasta el 31 de diciembre?

Si un poco antes de finalizar tus vacaciones haces este ejercicio no sólo seguirás desconectado para los días que te falten sino que encontrarás paz, armonía y tranquilidad.

Te aseguro que si esto lo haces dos o tres veces al año el rumbo vital lo vas a mantener mucho más claro. Además, tu vida la verás más sencilla y cumplirás la Regla de San Benito, que además de ser Santo, fue muy listo: “Ora et Labora”. O, como me dice mi santa esposa: “si es que eres un desordenado, tú hazme caso, mantén el orden y el orden te mantendrá a ti”. Me ha costado 32 años reconocerlo… en público. Pero, cuando le hago caso me va bien.

Al plantearte objetivos concretos detectarás fallos y errores. Pero, como los tienes listados y chequeados podrás reorientar el rumbo cada vez que te despistes. Algunos lo llaman plan de vida. Hazme caso: llámalo como quieras, pero hazlo.

Si lo haces así, en vacaciones, la vuelta a la rutina (sea al trabajo, al hogar, al cole, a la universidad, a tu vida diaria) será un aterrizaje suave y repleto de buenas experiencias que desearás repetir. Sintiéndote en plenitud cada uno de los días de tu vida. Y lo que hagas, lo harás con alegría porque tu vida será plena y plenificante para los demás. Y, en consecuencia, estará llena de sentido vital.

Por supuesto, si necesitas ayuda, o un cierto acompañamiento para volver a la rutina “en plena forma” ya sabes dónde me tienes. Me encantará ayudarte a que saques lo mejor de ti en todo momento.