Es muy posible que nunca te hayas planteado qué existe un vínculo entre Jesucristo y el coaching.
Desde que publiqué el artículo dedicado a explicar por qué Jesús de Nazaret ha sido, es y será el mejor coach de la Historia, tenía pendiente esta especie de “segunda parte”. Como verás, en cierto modo, es una continuación de la anterior, tanto por el tema como por las fechas.
Para entender por qué indico que Cristo es el mejor coach y lo que lo vincula al coaching, pongámonos primero en situación con este célebre pasaje del Evangelio.
Dos discípulos caminan tristes y cabizbajos camino de Emaús, tras la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Pero no habían entendido nada. Igual que los Apóstoles, que tampoco comprenden nada hasta la llegada del Espíritu Santo.
Como humanos, necesitaban ver. Sí, con los ojos de la cara, como Santo Tomás. Pero, sobre todo, necesitaban ver con el corazón. Y ahí no se llega tan fácilmente.
Jesucristo y el Coaching. La comunicación
Hay un video, disponible en YouTube, titulado ‘Diálogo en el camino de Emaús’, en el que se trata de mostrar cómo comunica Jesús. En él, vemos cómo Cristo no aplicaba técnicas sino que se entregaba Él mismo de una manera total.
Gracias a la interpretación de los actores comprobamos cómo comunica, cómo se acerca, como se hace el encontradizo, cómo conmueve, cómo hace arder el corazón de aquellos dos discípulos. Nos permite extraer conclusiones, técnicas, elementos que verbalmente o no favorecen la comunicación y llegan a transformar a la persona. Te recomiendo ir al texto de Lucas 24,13-35, y que visualices la escena allí contada de los discípulos de Emaús.
En ese pasaje del Evangelio, dos discípulos, avanzan con mucho miedo, se encuentran con Jesús y se produce este maravilloso diálogo:
Jesús: “¿De quién habláis?”
Discípulos: “De Jesús de Nazaret
Jesús: “¿Qué decís de Él?”
Discípulos: “Era un maestro. Algunos peregrinos creían que iba a liberarnos. Eso nos han dicho. Lo condenaron y fue entregado a los romanos”.
Jesús: “¿Y?”
Discípulos: “Fue crucificado y ahora dicen que ha resucitado”.
Jesús: Jesús se ríe. Les mira dulcemente, de frente. “¿Y vosotros no creéis en las Escrituras?” Gesto serio. Mirada de frente.
Discípulos: “¿Por qué lo preguntas?”
Jesús: “Isaías escribió que el Hijo de Dios vendría a la Tierra, que conocería la muerte a manos de los hombres. Seguro que Jesús os dijo que eso ocurriría”.
Discípulos: “Sí, lo que dices me suena”.
Jesús: Jesús, con la mano en el hombro de uno de los discípulos, mirándole de frente, con dulzura, con una sonrisa: “Cuanto os cuesta creer.”
Jesús se adelanta y hace como que sigue.
Discípulos: “La casa de mi hermano está cerca. ¿Por qué no te quedas a comer con nosotros? Ven, come con nosotros”. El otro: ¿Qué haces?
Jesús se queda con ellos.
A partir de aquí las palabras son muy escasas pero enormemente impactantes:
Jesús: “Este es el Pan de Vida. Este es Mi cuerpo, entregado por vosotros. Esta es mi sangre, vertida para la salvación de los hombres”.
En conclusión, se entrega Él mismo. Les entrega Su Cuerpo y Su Sangre. Nadie puede dar más.
Entonces, te estarás preguntando… ¿Debe un Coach entregarse? Sí, sin duda alguna. Si es realmente interpelado por alguien concreto, se dará, será generoso.
Pensemos que el diálogo de Cristo con sus dos discípulos tuvo que ser infinitamente mejor que la dramatización y diálogo de los que parto. Pero, para el propósito nos vale.
Jesucristo y el Coaching. El encuentro
Para comenzar, Cristo se hace el encontradizo. Pero busca el encuentro con la persona. Sin obligar a nadie. Es quien más y mejor respeta la libertad del hombre.
De igual forma, el Coach tiene que respetar dicha libertad. Y, por otra parte, nunca manipula. Cristo nunca manipuló a nadie. Nunca exigió adhesión. La atracción la provocaba por lo que decía, por sus actos, por sus obras, por su mirada. Por su totalidad como persona.
El encuentro de Emaús es el encuentro con el hombre corriente. No es un encuentro de palabras. Es un encuentro de sentido y de sentimiento. Es tu y mi encuentro con Jesús. Con Jesús que te mira, que me mira con una dulzura inefable.
Jesucristo y el Coaching. El diálogo
Como has podido ver en el pasaje evangélico de Emaús, Jesús les pregunta, les interpela. Es mucho más que Sócrates, pero las preguntas son socráticas. “¿Qué decís de Él? ¿De qué veníais hablando entre vosotros por el camino?”.
Busca el diálogo, escucha siempre, no interrumpe, no busca vencer, deja libertad, no invade el espacio personal. Al mismo tiempo mira, pero su mirada es dulce y cariñosa. No reprende y consuela. Su tono de voz es suave, cálido, profundo. Sus frases son breves pero directas al grano.
La comunicación es intensa. Clara, congruente, aporta datos: “Isaías escribió…”
Hay apertura, sinceridad, claridad. Expresa sin dejarse intimidar: “Cuanto os cuesta creer.”
Al mismo tiempo, deja abiertos todos los canales de comunicación. Despierta algo más que la curiosidad en los dos discípulos. Y no moraliza. Sólo les dice, dulcemente: “cuánto os cuesta creer”.
En un primer momento, quizá para aquellos dos discípulos no fuera más que un sabio conocedor de la Escritura. Pero, a medida que el diálogo avanza, les aporta más datos y les cuenta la Escritura, lo que ésta dijo de Él. Les evidencia su falta de fe pero, antes, les proporciona los datos necesarios para que puedan creer. A esto ahora se le llama gestión con datos. Y, ya ves, que Jesús se adelantó a este concepto 20 siglos.
Sin duda, se trata de un diálogo totalmente adaptado a la persona que le escucha.
Jesucristo y el Coaching. Comunicación verbal y no verbal
En todo momento, Jesús les comunica pocas cosas pero de gran importancia. Su mensaje, sus palabras son sencillas, claras y diáfanas. No lo adapta, se lo cuenta tal cual es en la Escritura, pero les cuenta todo lo referido a Él. “¡Necios y tardos de corazón para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No era preciso que el Cristo padeciera estas cosas y así entrara en su gloria?
Además, emplea gestos sencillos, de cercanía, de cariño, de dulzura, de suave recriminación. Sin imponer nada. Con respeto al espacio de los dos discípulos. Poniendo la mano en el hombro, cuando ya ha habido encuentro. Y su mirada dulce, de frente, pero sin agresividad alguna y sin imponerles nada. Son ellos los que le piden que se quede. Porque, Emaús es el encuentro por excelencia. Ese encuentro no se produce con palabras. Los discípulos de Emaús lo encuentran realmente “al partir el Pan”. Es un gesto, no una palabra. Pero es un gesto precedido por palabras.
La relación entre el nivel verbal y el no verbal es evidente. Ambos niveles se refieren a lo mismo, al mismo mensaje, al mismo Cristo, al mismo Dios. Verbal y no verbalmente Jesús refiere lo mismo y utiliza las preguntas, los tiempos, los silencios, para que los acompañados por Él despierten y actúen.
Jesucristo y el Coaching. La llamada a la acción
Evidentemente, si complementamos la escena de la película con el relato del Evangelio, la conversación y el diálogo con Jesús suscitó un enorme interés en aquellos dos discípulos asustados que ya no creían. Y ese encuentro les mueve a la acción.
En relación a la relación existente entre Jesucristo y el coaching, no olvidemos que el objetivo de toda sesión de Coaching es hacer que el acompañado o “coachee” pase a la acción. Veamos la acción de los discípulos de Emaús por fases:
- Primera fase: inquietud, sorpresa, acción. “Quédate con nosotros que la tarde está cayendo”.
- Segunda fase: aporta valor, no sólo información, les abre los ojos y el entendimiento al partir el Pan.“Y cuando estaban juntos a la mesa tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.”
- Tercera fase: una vez abiertos sus ojos y entendimiento “se levantaron y regresaron a Jerusalén…”. “Y ellos se pusieron a contar lo que había pasado en el camino, y cómo le habían reconocido en la fracción del Pan”.
El coaching con valores cristianos
Si nos referimos a aspectos muy específicos, hay muchos aspectos, relacionados con el coaching, que merecen ser destacados en el episodio de los discípulos de Emaús y su encuentro con Jesús. Son estos:
Hay encuentro, en la formacómo se hace el encontradizo. Cristo busca el encuentro, respeta el tiempo de cada uno, inquiere y siempre suavemente. Al mismo tiempo, hace que busques en tu interior y que encuentres la Verdad. Pero, como ya hemos dicho, nunca te presiona. Él te busca y nos sigue buscando personalmente, como hizo con los discípulos de Emaús.
Empatía, ya que se genera una relación: cómo consigue encontrarse realmente con dos discípulos defraudados.
Escucha activa: no hay nada que se le escape. ¿Qué les dice? ¿Cómo les mira? ¿Qué les pregunta?
Preguntas socráticas: les planea ¿qué decís de Él?
Feed-back: los discípulos le dicen lo que ha pasado, que fue un profeta, crucificado, que algunas mujeres dicen que ha resucitado (recordemos que la mujer no tenía en aquel tiempo credibilidad alguna).
Solemnidad del gesto: el de la bendición del Pan y del Vino para convertirlo en Su Cuerpo y de Su Sangre.
Mueve a la acción concreta: ya que los discípulos “volvieron a Jerusalén”.
En la propia Conversación se da un proceso. Hay un asunto (Él mismo). Un objetivo (que el hombre le conozca, que sus discípulos crean en Él). Una realidad (que ha muerto y que ha resucitado). Y unas opciones (que somos libres para creer o no en Él y para seguirle o no), siempre desde el respeto a la libertad del hombre.
Y… ¿cómo se vincula esto al Coaching Cristiano?
#1 – Existe un objetivo alineado
Hay una situación ideal o deseada.Mi salvación, la salvación de todos los hombres y una llamada a la santidad. Una vocación a la santidad mediante el amor a los demás, que me ha de mover a realizar acciones concretas. A cada uno según Su plan. Que ha de ser aceptado libremente por quien es acompañado.
#2 – Una acción por realizar
Hay una serie de pasos que debe dar el acompañado, el coachee para finalmente pasar a la acción. Lo habitual es que se realice mediante pequeños avances y culmine con la consecución del objetivo marcado.
#3 – Pasos concretos a dar
Tanto la persona acompañada como el coach que está junto a ella, a lo largo del proceso de coaching (o sea, tú y yo) tenemos la obligación de ver qué pasos dar esta semana, este mes… para mi santificación. Es decir, qué tengo que hacer, que tengo que dejar de hacer para hacer de este mundo un mundo algo mejor.
En conclusión, en esto consiste la vida del ser humano. En qué es, en tanto y en cuanto se relaciona con los demás. Aportando y recibiendo. El “ser en relación”.
Aquí es donde el acompañamiento puede hacer mucho para mejorar la propia vida y la de los demás. Y, sin ningún tipo de duda, si el acompañamiento-coaching es cristiano la capacidad de cambio se eleva al infinito.
Finalmente, imagino que ha quedado claro a lo largo de este artículo, que este es el tipo de coaching que yo trabajo y en el que creo. No dudes en contactar conmigo si piensas que ha llegado el momento de mejorar o si necesitas iniciar un proceso de cambio en tu vida. ¡Aquí me tienes para ayudarte!