Reconozco que hablar de propósitos para el año en el mes de enero, puede sonar a tópico. Lo asumo.

Pero, si propongo hoy detenernos en los propósitos familiares y de pareja, la cosa ya es bastante diferente

Porque, en estas fechas estamos llenos de buenas intenciones. Muchos nos hemos propuesto llegar al verano habiendo incorporado hábitos saludables a nuestro día a día. Pero, si además de con la mente y el cuerpo sanos, llegamos con la cabeza bien amueblada y nuestra vida familiar en perfecto estado de revista, pues … mejor. ¿No te parece?

Como vas a poder comprobar, a continuación, en este momento del año me ha resultado realmente imposible resistirme a crear mi propia lista de propósitos familiares para los próximos meses.

Tenemos por delante once maravillosos meses para cumplir con nuestros propósitos, objetivos y deseos. Tanto personales como profesionales, de pareja y familiares. En estos dos últimos me gustaría detenerme hoy.

Porque, si a través de estas líneas os ayudo a definir vuestro propósito conjunto para este año y clarificáis algo las cosas, me daré por satisfecho.

¡Comencemos!

15 Propósitos familiares y de pareja que te propongo para este año

Por muy jóvenes que seáis, si leéis esto, seguro que recordáis esta canción que comenzaba con: “Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor, y el que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios”.

Y como soy acompañante y coach católico, al preparar mi lista de propósitos familiares para el año que ha entrado, he querido comenzar dándole la vuelta a la canción como a un calcetín.

1 – Primero lo primero. Dad gracias a Dios por todo

Sí, ya sé que más de uno dirá eso de que mi mujer o yo no somos creyentes. ¡Qué le vamos a hacer!, Él sí cree en cada uno de vosotros. Además, por si no lo sabéis, no creer en Dios es irracional. Hablaremos de esto en algún artículo futuro.

2 – La salud

Bueno, al llegar a cierta edad, tarde o temprano, el cuerpo te va a dar trabajo. Y, cuando menos lo esperas, aparece alguna enfermedad y dolorcillo, físico, mental o espiritual. Cuando eres joven, te comes el mundo. Pero, al ir cumpliendo años, la edad queda en la mente.

Esta es la evolución normal y natural. Y, sí: tenemos que cuidar la mente ejercitándola. No os digo nada si, por la razón que sea, la “vida”, este eufemismo para no hablar de Dios, nos da un buen revolcón y se lleva a algún ser querido por sorpresa.

3 – El control

Contrólate, organízate, haced planes juntos y… sed flexibles. ¿Qué significa eso de que seamos flexibles? Pues, que está muy bien eso de preparar el equipaje la víspera y salir con dos horas de antelación para llegar a tiempo a la vuelta de la esquina. Pero, puede que la víspera se quede en víspera y no llegues a mañana. Así, que sí, organizaos pero sed flexibles.

Ten en cuenta que el híper control sólo nos lleva a la frustración o a la irritación en cuanto algo, o alguien, nos saca fuera de lo que controlamos. En resumen, de nuestra zona de confort.  

4 – Cuidad vuestros cuerpos y el estrés

Sin duda, este es el propósito más habitual en este momento del año. Me refiero a adoptar la rutina de cuidar la salud haciendo ejercicio.

Desde aquí te animo a tomarte en serio este tema. Pero, luego, no vayas al gimnasio en taxi como recuerda el título de uno de los libros de un gran amigo, Gabriel Ginebra, profesor de muchas cosas y, básicamente, de sentido común, “La parisina que tomó un taxi para ir al gimnasio”.

Además de eso, puedes hacer como sugiere mi mujer, que tiene un sentido común descomunal y me dice: “haz ejercicio, pero ¿qué tal si nos vamos de paseo ambos dos?” Tiene razón.

5 – Moderación

Planifico el día a día, tanto en lo personal como en lo laboral y comienzo el año comiéndome el mundo. Trabajando a tope, escribiendo a más no poder, haciendo ejercicio sin excusas o haciendo dieta rigurosa, y viviendo a tope… hasta que te llega el “topetazo”. Un parón como la copa de un pino.

Esto de la moderación va también con la pareja. Planes juntos, escapadas, trabajo de ambos, con moderación.

6 – Paciencia. Id despacio

¿Recuerdas la famosa frase, “Vísteme despacio, que tengo prisa” Unos se la atribuyen a Napoleón, aunque según Benito Pérez Galdós en sus Episodios Nacionales, la frase era de Fernando VII dirigiéndose a uno de sus ayudantes que no atinaba con la vestimenta del rey. Sea quien fuese quien la pronunció, yo la “tomo prestada” hoy para insistir en que no pierdas de vista su significado a lo largo de este año.

Porque es que el estrés y la prisa, son capaces de corromper cualquier relación. Tenlo presente cuando lleguen esos días tan agotadores en los que parece que no se llega a nada.

7 – Pactad

Si a mí me gusta pedalear en bici elíptica y a ella pasear y no vamos acompasados no pasa nada. O si, en días diferentes, cada cual hace su caminata o pedalea sin su cónyuge. Pero, lo que no va a funcionar es que sistemáticamente cada cual haga la vida por su cuenta, que también en esto del ejercicio, hay mucho solitario o “tamboril de casa ajena”, como dice mi mujer.

Para que nos entendamos, el tamboril de casa ajena, es aquel que se dedica a la hiperactividad frenética, junta de padres del colegio, organizador de eventos estudiantiles, partícipe en todo tipo de asociaciones y oenegés varias, coordinar reuniones de amigos, se lleva fantásticamente bien con ellos y no dedica ni un minuto a su cónyuge.

Y ahora que he explicado el concepto, te hago una pregunta directamente a ti: ¿eres tamboril de casa ajena? Pues vuelve a casa, como el turrón y haz caso a tu novia, esposa, novio o esposo.

8 – Renuncia a algo

Si, como en el punto anterior, eres tamboril de casa ajena vas a tener que renunciar a algo, algún día. O a algunas actividades, más de un día.

Y te preguntarás, eso por qué. Pues porque te necesita tu cónyuge, tu novio o tu novia. Yo he sido “tamboril de casa ajena”, que conste. Así que escribo con conocimiento de causa.

9 – Perdón. Pedíos perdón

Reñir no sé si es inevitable. Pero, desde luego, quienes no riñen o discuten, en silencio y con (o sin) algún grito, no están en la vida real. Lo bueno de las familias que van creciendo, como nos pasa, gracias a Dios, a mi mujer y a mí, es que la confianza no se desarrolla sólo con los hijos. Sino, también, con los yernos, nueras y nietos.

Como es de suponer, a veces, en una convivencia “all together”, todos juntitos, una semana al año, los roces hacen que salten chispas. Una sincera petición de perdón, que cuesta, porque somos todos bastante soberbios, es esencial.

10 – El truco para la paz: cálmate

¿Qué hacer ante el chispazo? Uno de mis yernos mantiene la calma, la voz queda, silencio meditabundo y luego … suelta una sonrisa y le arrea un buen achuchón a mi hija. El otro, que es como una caldera a presión, pero apenas se le nota, suelta de repente: “me voy a correr un rato”. Y mi nuera se desahoga picándose ante un juego de mesa.

Cada truco es “mano de santo”. Porque, cada uno, tiene su propio recurso. Todos somos diferentes. Y, todos, tenemos que aprender a buscar los resortes que hagan que todo vuelva a la normalidad del cariño y la unión familiar. Por supuesto, mediante el respeto, la generosidad y el olvido de uno mismo. Sin dejar, por eso mismo, aunque parezca una contradicción, de buscar un ratito personal. Una vuelta a la manzan,a que se dice, además de pedir perdón.

11 – Juntos

Leed juntos. Ved una película juntos. Comentadla juntos (pero no hagas como mi mujer que la comenta en directo). El cine-fórum para después. Pero, hacedlo.

Mirad, os cuento algo personal: si no estoy con mi mujer o con mis hijos, yernos, nuera, soy incapaz de ver una película entera. A solas me duermo. Es más, me aburro soberanamente.

12 – Poco

Recordad: quien más tiene es el que menos necesita y el que más se entrega a los demás. Esa persona es rica. Y no por sus posesiones sino por la impronta que deja en los demás. Yo sólo necesito comer, un ordenador para escribir, una buena conexión a Internet, mi “txoko” de la cocina, mi baño pequeño, y mi esquina del sofá. Pero… ¡ay, si me lo quitan! ¡Ah! Y, si falla la conexión a Internet. Y es que somos así, capaces de apropiarnos hasta de un lápiz o bolígrafo. O, ¿ no hemos gritado alguna vez “dónde está mi peine, mi boli, mi, mi…?”.

13 – Haced «dieta»

De la salud y la moderación ya hemos hablado antes. Así que la dieta que te propongo ahora es una muy diferente. Me refiero a la del móvil, la tablet, la TV y todos los artilugios que supongan que ya no usemos lápiz y papel. “Dieta” de redes sociales.

A principios de mes estábamos, mi mujer y yo, cenando en el restaurante de un hotel donde se alojaban muchas familias con sus hijos y en una mesa muy, muy cercana, estaban un matrimonio con sus dos hijos. Los cuatro con el móvil. Ni se miraban. Me dieron pena, la verdad. Todos juntos pero aislados.

14 – Peregrinad en familia

Para terminar, os sugiero hacer viajes en familia. Un viaje de un par de días a Puy de Fou, por ejemplo. O a Fátima o Lourdes. Una peregrinación en familia, además de enriquecedora es enormemente instructiva. Porque vas con otras familias, no puedes hacer lo que te dé la gana, tienes que participar y renunciar a alguna que otra comodidad. Os vais a unir mucho más, vais a volver rejuvenecidos y, probablemente, según los casos, sanados. ¡Haced la prueba este año!

15 – Rezad juntos

Aunque no seas o seáis creyentes, rezad juntos. Que, al menos, un Padre Nuestro, Ave María y Gloria lo podéis rezar en un minuto. Y, luego, a ver qué pasa. Pero hacedlo todos los días. Porque si rezáis van a pasar cosas. Toma nota de otro libro. Se titula así. “Si rezas, pasan cosas”. Su autor Rubén Herce. Y si sois creyentes, perdón tenéis. Pero, si no rezáis juntos, ¿qué esperáis? Las cosas en la vida cuestan. Pero, a estas alturas de la vida, te das cuenta de aquello que merece la pena y de lo que no lo merece.

EN CONCLUSIÓN:

Como propósito para este 2025, os propongo que volváis a encontraros. Hablad, dialogad, rezad, pedíos perdón, haced cosas juntos, renunciad al capricho personal y poned en el centro al otro, a sus necesidades, entregaos mutuamente el uno al otro, encontraos para volver a uniros o para uniros más.

Y recordad que nos necesitamos mutuamente. Si vais, paso a paso, recorriendo despacio, degustando cada punto, y hacéis este itinerario que, como coach familiar, os propongo para los meses que están por venir, sin ninguna duda, será un gran año. ¡A por él!